Había dos hombres, pero no eran iguales. Había dos casas, aparentemente iguales. Leemos de dos tempestades que también parecen muy iguales. Pero los resultados finales de estas dos tempestades eran muy distintos. ¿En qué consistió, pues, la diferencia entre los dos casos?
¿Es una desgracia no saber o no entender el porqué de una circunstancia? ¿Tendrá Dios un propósito para nuestro bien en ocultar las respuestas? Aprendemos la disciplina de callar y reconocer la soberanía de Dios en el valle oscuro de las preguntas sin respuesta.
Quizá tú hayas sufrido un dolor. Puede ser que hayas preguntado ¿Por qué, Dios? Y nos has recibido respuesta. Un día los misterios de Dios y los misterios de esta vida se nos revelarán. Un día, tendremos pleno entendimiento. Entre tanto, tengamos fe.