Parece que hay una tendencia hoy día hacia la independencia en las iglesias. Ese espíritu individualista milita en contra de la enseñanza de Dios. Pero algo que ha distinguido a la iglesia peregrina es ese espíritu manso y humilde en cada uno; sumisión a los que Dios ha puesto como autoridad.
Cuál vale más: ¿tener much dinero y no estar satisfecho, o tener recursos limitados y estar contento con lo que tengo? Cuál contribuye más a su calidad de vida: ¿los bienes o el contentamiento? ¡Qué estemos persuadidos que las riquezas más deseables son los tesoros celestiales!
La cura que Dios ofrece hace mucho más que controlar la sed de alcohol. La cura de Dios seca la fuente de la problema: un corazón pecanimoso enviciado al pecado y al diablo.
¿Cuál es nuestro deber como seguidores de Jesús hacia las autoridades civiles?
¿Cuál debe ser nuestra actitud para con ellas? ¿Debemos en todo tiempo obedecerlas o existen casos en que necesitamos desobedecerlas? ¿A quién le debemos nuestra mayor lealtad?
Es imperativo que los hijos de Dios conozcan su Palabra y lo que él pide de nosotros. Debemos estar bien enterados de las leyes de Dios para enfrentarnos a la cultura en la que se ha perdido la dignidad de la vida.
Al seguir a Cristo, a un cristiano no sólo se le enseña a evitar tomar la ofensiva, sino que incluso en lo que podría considerarse legítima defensa personal, responde superando el mal con el bien y amando a sus ofensores, al igual que Su amo.
Como seguidores de Cristo, tenemos el deber de guardarnos de los engaños y falsas ideologías. Debemos defender las verdades de Dios con cada oportunidad de testificar. Nuestro deber es amar a los que están engañados e invitarlos a la restauración en Cristo.