En nuestras iglesias creemos que es nuestro deber ofrecer consejo y apoyo a los miembros que se hallan en dificultades económicas. Se les pide a los diáconos o a otras personas que sirvan de consejeros o fiduciarios. Ayudar a un hermano o a una familia de esta manera es un acto de servicio.
El dinero no es más que una herramienta. A veces tenemos conceptos errados en cuanto al dinero, pero Dios nos lo ha dado como algo que podemos usar. Por supuesto, debemos seguir la dirección de Dios con respecto al uso del dinero.