Mientras escribo esto, el mundo se tambalea por el COVID-19, también conocido como coronavirus. Mi esposa y yo nos encontrábamos a 4.000 kilómetros de casa cuando golpeó la crisis. En un mes, ya no era el problema de un país, sino que se había convertido en una amenaza mundial.
Jesús ofrece ayudarnos con las cargas de la vida. El yugo de Cristo nos anima a seguir caminando, y nos enseña a obedecer aunque no lo sentimos. El yugo es un medio que Jesús usa para guiarnos por el camino verdadero de su voluntad. Si nos enyugamos con Cristo, no tendremos que caminar sin rumbo.
Jesús vino con el propósito específico de restaurar a la humanidad caída, a todos aquellos que se entregan a él. No vino a terminar de quebrar la caña débil. Vino a restaurar aquella caña; es decir, Jesús ofrece hacer de ti algo bello.
¿Es una desgracia no saber o no entender el porqué de una circunstancia? ¿Tendrá Dios un propósito para nuestro bien en ocultar las respuestas? Aprendemos la disciplina de callar y reconocer la soberanía de Dios en el valle oscuro de las preguntas sin respuesta.
Quizá tú hayas sufrido un dolor. Puede ser que hayas preguntado ¿Por qué, Dios? Y nos has recibido respuesta. Un día los misterios de Dios y los misterios de esta vida se nos revelarán. Un día, tendremos pleno entendimiento. Entre tanto, tengamos fe.
La misericordia de Dios no pasa por alto la justicia y santidad de Dios para hacer caso omiso del pecado y la condenación. A la vez, su misericordia y gracia nos dan la solución a nuestro problema del pecado por medio de la obra de Jesucristo en la cruz que nos trae un cambio de corazón.