Jesús trajo al pueblo judío una tolerancia hasta entonces desconocida. Nuestro Señor comió con los publicanos, lo que el judío jamás hubiera hecho. Se relacionó bien con los samaritanos, un pueblo despreciado por los judíos religiosos de aquel tiempo. Y cuando los doce discípulos quisieron impedir que otro enseñara y ministrara en el nombre de Jesús, él los reprendió con estas palabras: “El que no es contra nosotros, por nosotros es.” (Lucas 9:50) Así era el Hijo del Hombre. Él ponía las manos sobre leprosos, tocaba a los enfermos (aun mujeres) y los sanaba aun en el día de reposo; todo contrario a los conceptos farisaicos. Tal tolerancia nace del amor y la gracia de Dios y se manifestó en el ministerio de Jesucristo.
Sin embargo, existe una tolerancia hoy día que Jesús no admitiría. Es el convenio entre la verdad bíblica y la presión de la cultura moderna. Es el intento de amoldar la fe cristiana a la filosofía de este siglo. Esta nueva tolerancia procura “poner al día” la ética y práctica de la iglesia para que se ajuste al espíritu de concesión de la nueva era.
De esto habla la Biblia cuando dice: “Hay camino que parece derecho al hombre; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 16:25). No todos los caminos llegan al mismo destino. No se justifica algo solamente porque la mayoría lo hace. La presión de la sociedad no puede establecer la fe y la práctica de la iglesia de Cristo. Esta tolerancia hacia conceptos humanistas es la que tratamos en este artículo.
La nueva tolerancia es un producto de la globalización imperante hoy. Aun entre las iglesias hay un clamor en contra de la doctrina. Se dice que “la doctrina divide”. Pero tengo una pregunta: ¿Es la doctrina bíblica la que divide a las iglesias o son la opinión y soberbia del hombre las que las dividen? Y otra pregunta: ¿Cuál es el factor, pues, que une a los que desprecian la doctrina? Si la doctrina divide a las iglesias, ¿qué las une?
Oímos que la diversidad sexual no es pecado sino muestra de la “orientación” de la persona, y que por lo tanto se debe tolerar. La misma actitud de tolerancia complaciente se ve en muchos sectores de la religión de hoy día. El universalismo ha declarado “la paternidad de Dios y la hermandad del hombre”. Con eso se dice que Dios es Padre de todos y que todo hombrees parte de “la iglesia invisible y cosmopolita”. Obviamente, en tal sociedad no existe ninguna autoridad final. No hay un: “Así dice el Señor”. No hay absolutos.
Pero, gracias a Dios, todavía existen iglesias que se mantienen firmes en la verdad y que son “una ciudad asentada sobre un monte” que es “la luz del mundo”. La iglesia peregrina sigue su marcha en medio de todo engaño y confusión.
Esta indulgencia no se aplica solamente a asuntos religiosos. Afecta toda la sociedad, incluso nuestros hogares. “Todo está bien.” “Si se siente a gusto, hágalo.” Los niños en la casa establecen sus propias “normas”, y los padres ceden ante la “nueva tolerancia”. Pero la Biblia dice: “Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre” (Proverbios 29:15). Y así es. La sociedad se encuentra en mal estado debido a la falta de autoridad en el hogar y, como resultado, en la comunidad también. Pero la nueva tolerancia sigue extendiendo su alcance. En cuanto a las modas, todo se permite y, nos guste o no, tenemos que aceptarlo. Ahora hay cabello rojo y verde, tatuajes, perforaciones en todo el cuerpo, y cada día más desnudez.
La Biblia es la Palabra de Dios, y es el estándar divino que nunca cambia aunque la nueva tolerancia siga creciendo.
Usemos el ejemplo de una cancha de fútbol. Una cancha está marcada con líneas reglamentarias. Si la pelota se sale de las líneas, la jugada se termina y el equipo pierde la posesión de la pelota. Para anotar un gol, es necesario que la pelota ingrese en la portería. Pero la nueva tolerancia exige una cancha demarcadacon líneas elásticas o movibles. En tal caso, si la pelota estuviera por salirse de los límites, la línea se movería también porque es “elástica”. De esa manera el equipo podría seguir jugando a gusto y placer. Los postes de la portería serían movibles. Cuando “yo” quiero anotar un “gol”, la portería se ensancha hasta que yo logre marcar un gol. ¿Quién pudiera jugar al fútbol así? Nada sería estandarizado. Yo haría mis propias reglas. Nadie tendría autoridad sobre mí. No me sometería a nadie. Los demás tendrían que tolerarme en todo lo que hago.
Esto es lo que buscan los que quieren vivir según su propio parecer y al mismo tiempo gozar la aprobación de Jesús y su iglesia. Pero sabemos que esto no es posible. La nueva tolerancia no es otra cosa que la antigua rebelión. La diferencia está en que ahora casi toda la sociedad es partícipe de la decadencia. Es uno de los peligros que más afecta a la iglesia de hoy.
Volvemos a lo que notamos en el principio. La sociedad tolera cualquier expresión de la sexualidad de las personas, incluso un cambio físico para aparentar un cambio de género. La misma tolerancia declara que todos tenemos nuestros “derechos”. Incluso los niños pueden hacer como les plazca. Pero esa 6 tolerancia aparentemente no rige cuando el verdadero cristiano quiere vivir conforme a su fe bíblica. Por ejemplo, actualmente en algunos lugares en los Estados Unidos, si el dueño de una pastelería, por motivos de conciencia, rehúsa preparar un pastel de bodas para una pareja de homosexuales, enfrenta la posibilidad de una multa muy grande. Hay empresas que despiden al empleado que ofrezca una oración en su lugar de trabajo. Tampoco se permite tener una representación de los Diez. Mandamientos en un lugar público. Y hay lugares donde no se puede llevar una Biblia a la escuela pública. De manera que la “tolerancia” es parcial y no para todos; favorece principalmente a los que viven en desobediencia a la Palabra de Dios.
¿Será que estamos llegando a donde estaba la sociedad en el antiguo imperio romano? Allí se permitía “adorar” a innumerables “dioses”. Pero los que se identificaban con Jesús, el unigénito Hijo de Dios, eran lanzados a los leones y quemados en la hoguera. No había tolerancia para ellos. ¿Sucederá esto otra vez?
¿Qué dice Dios de la nueva tolerancia? Dios es tanto Creador como Santificador. Todo lo que hace muestra orden, estructura y autoridad. Su Palabra nunca se equivoca y jamás pasará. Cuando Dios le dio instrucciones a Moisés en cuanto al tabernáculo, le dijo: “Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte” (Éxodo 25:40). Las leyes de Dios son santas porque él es santo, y sus mandamientos son para nuestro bien; “que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad” (Deuteronomio 10:13).
Lo que la Biblia enseña en cuanto al matrimonio es para nuestro bien personal y para el bien de la sociedad. Dios sabe cuándo decir “sí” y sabe cuándo decir “no”. Cabe mencionar que en el capítulo 12 de Romanos, Dios dice “no” unas diez veces, y lo dice para nuestro bien.
Veamos lo que Jesús dijo en Mateo 7:21: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Vemos evidencias de la nueva tolerancia en el versículo 22: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”, pero el resultado se ve en el 7 versículo 23: “Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.
Hemos notado dos tipos de tolerancia. Jesús amaba a todos y no rechazó a nadie por su cultura ni por su estado social. Él ofreció su vida para salvara todos: judíos, gentiles, hombres o mujeres, esclavos o libres, sin reparo del color de la piel, el rango de la persona en la sociedad, o su pasado religioso. El evangelio de Cristo es universal en el sentido de que cualquiera puede arrepentirse de sus pecados, recibir el don defe y viviren santidad. Esta “tolerancia” la acepta y promueve todo cristiano.
Pero el cristiano rechaza la nueva tolerancia que permite que el hombre sea su propio “dios”. Es una tolerancia que no quiere saber de “obediencia”, “autoridad”, “sumisión”, o “absolutos”. Es una actitud que dice: “No queremos que éste reine sobre nosotros” (Lucas 19:14). A la vez es una tolerancia que “exige” que todos le rindan culto al “nuevo dios” de la cultura moderna. Es como la estatua que Nabucodonosor levantó en Babilonia. A todos se les exigía doblar la rodilla y adorar la estatua mientras la música sonaba. Pero había tres hombres que no se arrodillaron.
Que Dios levante hoy pastores y congregaciones fieles a la verdad, que al igual que aquellos tres amigos, rechacen negociar un convenio con una cultura decaída y, en cambio, obedezcan la santa Palabra de Dios.
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La tolerancia es el hecho de dar al otro todos los derechos que tú consideras tuyos.
R. G. Ingersoll