Nada podrá tomar el lugar de la instrucción cuidadosa y diligente. La enseñanza y la corrección disciplinaria son inseparables. Si usted continúa fiel y constantemente instruyendo y enseñando al niño, él dará alegría a su alma para toda la vida. Padre, ocúpate de ello. Madre, ayuda fielmente.
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4). En este versículo encontramos un doble trabajo, de informar y de disciplinar a nuestros hijos en el hogar. Hay muchos que parecen estar contentos con solamente instruir. Este versículo pone igual énfasis a los dos deberes.
La palabra traducida “amonestación” aquí quiere decir llamar la atención del niño a las verdades de la Palabra de Dios. Esto sería instruir, informar, impartir conocimiento, o familiarizar al niño con las realidades contenidas en la Palabra de Dios. La otra palabra traducida “disciplina” lleva en sí el sentido de corrección disciplinaria, de hacer caminar según las normas o conocimientos enseñados. Se le debe enseñar a conocer a Dios y las Sagradas Escrituras. El niño debe conocerlas. “Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15).
Sabemos que el niño está salvo en su infancia, no porque sabe lo que dice la Biblia, sino porque la sangre de Cristo le protege en su inocencia. Sin embargo debe conocer las Sagradas Escrituras. Cuando crezca será sabio para la salvación por medio del conocimiento que ha adquirido de la Palabra de Dios. No cabe duda de que esto fue una ventaja para el joven Timoteo cuando llegó a la edad de responsabilidad. Ahora veremos la primera de éstas, la “amonestación” o la instrucción (informar).
Deuteronomio 6:20–25
Los mandamientos y las ordenanzas de Dios tienen significado para el niño. Ellos hacen que los niños sean conscientes de Dios. Por medio de los mandamientos podemos hacer que los niños sepan de nuestra vida de esclavitud del pecado, y nuestra maravillosa liberación por medio del sacrificio de Jesucristo en la cruz, y Su resurrección de la muerte. Padre y madre, ¿significan algo para ustedes los mandamientos y las ordenanzas? ¿O los ven nada más como cosas que la iglesia requiere de ustedes? Tienen que tener sentido para ustedes antes de que puedan enseñárselos a sus hijos. Los niños inocentes no podrán sentir la renovación espiritual y el compañerismo que sienten ustedes por medio de los mandamientos y las ordenanzas. Pero éstos, propiamente practicados por la iglesia y después correctamente enseñados a los niños, ayudarán mucho a que el niño esté consciente de la existencia de Dios y que Él es su Dios. El niño se dará cuenta que ustedes confían en Dios para Su dirección, para sus necesidades, y que ustedes se entregan a obedecerle, y que algún día todos seremos juzgados y que cada uno o irá a la vida eterna o a la muerte eterna. También, ustedes pueden enseñar a los hijos algo acerca de este juicio por medio de instruirles de como Dios trató a los fieles y a los infieles en el pasado. Los casos del Antiguo Testamento son muy útiles para este fin (1 Corintios 10:1–12).
Instruya a sus hijos diligentemente—Deuteronomio 6:6–9
El énfasis aquí es en hacer conocer a los niños la Palabra y los estatutos de Dios, y en instruirles diligentemente. Es nuestra responsabilidad cuidarlos para que no se les enseñe falsedades o doctrinas perversas. Por ejemplo, el niño deberá ser instruido por sus padres en cuanto al sexo y la reproducción de la vida antes que sepa de ellos de alguna fuente pervertida. Muchos jóvenes adquieren hábitos de pecado porque no saben lo que significan los impulsos dentro de ellos. El conocimiento dado por los padres de las realidades de la vida, guardará a muchos niños de los malos hábitos que los pudieran afligir mientras vivan. Los niños pueden aprender estas cosas de fuentes que han pervertido y degradado las puras realidades en tal forma que corromperían al cuerpo y la mente del niño inocente. Por lo tanto, la protección y el amparo que les ofrezcan los padres serán muy necesarios. Decimos que la protección y el amparo son importantes para los polluelos, los cerdos, y para todo animal en la finca; seguramente son mucho más necesarios para niños pequeños. No le damos a un niño dinamita o una arma peligrosa. ¿Por qué debemos exponerlo a tales cosas por enviarle a una escuela púbilca, por los programas de radio, la televisión, y por libros y revistas, con malos compañeros de la vecindad o con parientes? Si el padre y la madre constantemente instruyen y educan a sus hijos entonces llegará el día cuando ellos estarán preparados para enfrentarse con las influencias malas. Pero, hasta que llegue ese día ellos deberán ser amparados y protegidos contra las tormentas y maldades de la vida. Durante la niñez ellos deben ser preparados para enfrentarse con las tormentas y malas influencias de la vida cuando ya sean responsables por sí mismos, con su confianza puesta en la dirección y protección de Dios así como hacen sus padres hoy.
Nada podrá tomar el lugar de la instrucción cuidadosa y diligente. Es imposible criar bien al niño si él no tiene suficiente conocimiento de qué se espera de él. Cuando el niño no tiene suficiente conocimiento la mente se confunde, y por lo tanto su conducta también. Ojalá que no seamos culpables de dar por hecho que nuestros niños ya saben lo que enseña la Biblia. Quizás lo saben, pero, sigamos instruyéndosela diligentemente. Padre, ocúpate de ello. Madre, ayuda fielmente.
¿Se le debe instruir al niño acerca del infierno?
Educadores modernos están diciendo que al niño no se le debe informar acerca del infierno o acerca de la sangre de Cristo por que tales temas producirán horror en su tierna y delicada mente que a la vez causarán que el niño tenga malos sueños. Esto es muy contrario a lo que dice la Palabra de Dios. Se les debe instruir a los niños toda la voluntad y Palabra de Dios. Mientras vayan creciendo, ellos tienen que ser impresionados con la justicia de Dios, e igualmente con la santidad de Dios que es inseparable de Su justicia. Ellos no lo entenderán en este lenguaje, desde luego, pero toda la verdad acerca de Su justicia podrá, poco a poco, ser impresionada en sus mentes al instruir y encaminarlos fielmente según las normas de Dios. Ciertamente, el niño no debe ser amenazado con que irá al infierno por el hecho de que no se porta bien. Pero debe ser enseñado cuidadosamente que los que no obedecen a Dios y no le sirven con amor pasarán la eternidad en el infierno, así como los justos por los méritos de Cristo pasarán la eternidad con Dios en el cielo. Tampoco debe recordar el niño la edad que tenía cuando se dio cuenta de que Cristo murió en la cruz por nuestros pecados. Él no podrá comprenderlo a esa tierna edad, ni tampoco podrá comprender el amor y la misericordia de Dios. Pero, nosotros debemos asegurarnos de que tenga conocimiento de toda la Palabra de Dios. Al ir creciendo, la realidad del infierno y de la sangre de Cristo serán aceptados como hechos asentados. Dios da a los padres estos años impresionables de los niños para que las verdades de Dios se queden en la mente de manera imborrable. Quizás la falta de los padres de los educadores sea la razón por la cual muchos de ellos estén poniendo en duda la inspiración de la Palabra de Dios, la realidad del infierno, y la necesidad de la obediencia verdadera a las enseñanzas del Nuevo Testamento. Padre, Madre, nunca tendrás esta oportunidad otra vez. Pastor, predícalo a las pequeñas ovejas. Presenta tu mensaje en lenguaje sencillo, para que el niño pequeño pueda comprender las verdades del evangelio y del trato de Dios con Su pueblo en las generaciones pasadas.
Ahora llegamos a la segunda palabra de nuestro tema, “disciplina” significando aquí corrección o formación. Notamos que el Nuevo Testamento le da al padre la responsabilidad de instruir (ver que el niño tenga completo conocimiento de la Palabra de Dios) y de disciplinar (ver que el niño aprenda a actuar según el conocimiento que tiene de la Palabra de Dios) a los niños en el hogar. La madre debe ayudar fielmente, pero el padre será responsible si esto no se logra.
No provoquéis a ira a vuestros hijos.
Se puede provocar por medio de molestar y otras cosas. Para evitar el provocar se debe pedir ayuda en oración para comprender a los hijos y castigarlos con sabiduría y justicia. Los niños se dan cuenta de la injusticia, y luego la resienten. Cuando los padres cometen un error en su juicio y más tarde lo reconocen y lo confiesan, nuevamente se ganan el respeto del niño. Para evitar el provocar los padres también deben comprender sus propios motivos. Exigir obediencia para satisfacer todo capricho egoísta o ser un capataz sin el debido respeto para el bienestar del niño no se puede justificar.
“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6). La enseñanza y la corrección disciplinaria son inseparables, porque la verdadera enseñanza incluye la disciplina o el amaestramiento. El que enseña a un animal o a un niño le ejercita y disciplina para que éste llegue a hacer fiel y constantemente lo que sabe que debe hacer. Con animales sabemos que se reirían de el que los enseña si afirmara que su animal está bien amaestrado pero en práctica no respondiera a sus deseos y mandos. Es también verdad que los niños que no hacen caso de los deseos y gustos de sus padres, quienes saben lo que se espera de ellos y actúan contrariamente, no están enseñados. Dios nos ha dado niños inteligentes. Pronto perciben si hablamos en serio lo que decimos. El que enseña a los animales tiene cuidado de no engañarles o burlarse de ellos porque esto confundiría a los animales que está tratando de amaestrar. Esto, también, es verdad con los niños. Nunca debemos decir a los niños cosas que no queremos que tomen en serio. Si decimos, “si tú haces tal cosa, te castigaré,” y el niño lo hace otra vez (quizás al momento de amonestarle), y en vez de castigarle decimos, “¿no oíste lo que te dije?” esto trae confusión y a la vez le enseña al niño que no estamos hablando en serio. Al niño no es necesario castigarlo a menudo si se le castiga con suficiente rigor y consistencia. Pensamos en una estufa caliente como un ejemplo para esto. La estufa caliente enseña al niño con una vez que la toque o, a lo más, dos veces. De allí en adelante el niño dejará de tocarla cuando está caliente. Ahora, si el niño tiene la inteligencia de aprender con la estufa caliente de esa manera, ¿no tendría el niño la inteligencia de tomar en serio a su padre y a su madre si fueran firmes en sus demandas sobre su conducta e igualmente severos en su castigo si él desobedeciera? Nuestros sentimientos a veces nos ciegan. Tomemos en cuenta, además, que nuestro ejemplo de la estufa concuerda con las pocas palabras. Demasiadas palabras confunden al niño. Dígale al niño en tan pocas palabras como sea posible, sencilla y cuidadosamente, qué es lo que se espera de él y, si es práctico, el porqué. Entonces, cuando el niño comprenda, empieza la enseñanza. Al niño que apenas empieza a caminar, fácilmente se le puede educar para que deje los libros en el estante si se aplica el método de la estufa. Otros métodos, a la larga, hacen que sea difícil enseñar al niño a obedecer. Por ejemplo, distraer la atención del niño de lo que está haciendo por preguntarle, “¿Quieres hacer esto o aquello?” solamente hace que no lleguemos al fondo del problema, sino más bien empeora el problema. Los niños aman y respetan a sus padres más cuando el castigo consistente es practicado. Esto hace que el niño tenga confianza en ellos.
La vara de la corrección: la necesidad de ella—Proverbios 22:15
La necedad está ligada en el corazón del muchacho; mas la vara de la corrección la alejará de él.
¿De quién es el muchacho de que se refiere el sabio? Se refiere a su muchacho, al mío, a todos los muchachos. Debemos reconocer esto antes de que el niño nazca, y orar por sabiduría para dirigirle bien desde el nacimiento. Que no haya dos niños iguales se aplica a muchas cosas (gustos, aversiones, temperamento, etcétera) pero en un aspecto todos son iguales. No hay excepciones. Todos tienen el problema con la voluntad. Este problema es sencillamente el deseo de hacer su propio gusto. Esto es terquedad, rebelión contra la autoridad que Dios ha establecido. Esta terquedad debe ser abatida en tierna edad. Se ha dicho que si no es abatida antes que el niño tenga dos años, las oportunidades serán muy pocas para llevarlo a cabo. Hay mucha gente en las iglesias que no han rendido sus corazones a Dios. Para ellos es muy difícil someterse a Dios y a la iglesia. Muchos lo hallan difícil someterse a las leyes del país. Esto se debe a que no aprendieron a someterse de buena gana en sus hogares. Una joven o un joven que sea respondón a sus padres no está amaestrado. No está sometido. Es terco y rebelde. Dios especifica la vara de la corrección para su amaestramiento. Es verdad, otras formas de castigo pueden ayudar, pero la vara de la corrección, aplicada propiamente es el plan de Dios, y llevará a cabo Su voluntad. Si los padres no la usan entonces sufrirán, y probablemente el niño también sufrirá para toda la vida y en la eternidad. El niño debe ser castigado para que desee hacer las cosas que son correctas. La vara debidamente aplicada cambiará su pensamiento y sus deseos. El apartará su pensamiento de lo que es prohibido y adoptará lo que es debido cuando esté sometido. Quizás tomará dos o tres aplicaciones de la vara para efecturar esto, especialmente si la corrección ha sido descuidada. No hay substituto para la vara. La muchacha tontuela de risita estúpida y el muchacho tonto y rufián pueden ser disciplinados para que gocen de la sobriedad y quietud por el uso debido de la vara. El hablar es para la instrucción. Más allá de eso, confunde al niño. Más allá de la simple y cuidadosa instrucción, se necesita la vara para la corrección y amaestramiento.
La vara de la corrección: una señal de verdadero amor para el niño—Proverbios 13:24
El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.
La palabra de Dios claramente nos dice que aborrecemos a nuestro hijo si no usamos la vara para que ande en el camino de Dios. Cada vez que yo sepa que mi hijo a sabiendas o intencionalmente me desobedece y no lo corrijo, yo no amo su alma ni busco su bienestar eterno.
¿Podemos desdeñar enseñanzas tan claras? Si yo soy consistente en el uso de la vara por tal desobediencia, el niño raramente desobedecerá. Él aprenderá que es para su bien el obedecer y le será cosa agradable.
La vara de la corrección: un medio de esperanza para el niño—Proverbios 19:18
Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; mas no se apresure tu alma para destuirlo.
Empiece cuando aún esté tierno. Al descuidarlo por mucho tiempo, pueda ser que sea demasiado tarde. Si crece haciendo lo que él quiere, sin aprender nunca a someterse voluntariamente a Dios, a sus padres y a la iglesia, será un rebelde y un hijo desobediente. Generalmente, gritar y llorar escandalosamente cuando se le está castigando indica una voluntad que no está doblegada. Un niño sumiso de voluntad doblegada no llorará mucho, generalmente, aunque sea castigado con algo de severidad. El llanto bullicioso es de la carne, y de la rebelión que trata de subsistir. Cuando se haya doblegado suficientemente la terquedad en el niño, se le puede decir que se calle y obedecerá y dejará de llorar y sollozar. Sin duda alguna el sabio (Salomón), había observado esto.
La vara de la corrección: un medio de limpieza moral—Proverbios 20:30
Los azotes que hieren son medicina para el malo, y el castigo purifica el corazón.
Para muchos estos suena como crueldad. No obstante, hacer lo contrario es crueldad, dejar al niño seguir con rebeldía. ¿No es mucho mejor que el niño lleve las marcas de la vara por unos cuantos días que dejar una estela de rebelión y terquedad tras de sí para toda la vida? ¡Qué problemas se crían en el hogar, en la iglesia y en la nación por tal manera de vivir! Mayormente los padres son responsables por esa manera de vivir. Sus sentimientos sin fundamente bíblico los desvían de asumir las responsabilidades que les ha dado Dios.
La vara de la corrección: librará su alma del infierno—Proverbios 23:13, 14
No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá.
Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol [infierno].
La aplicación debida de la vara en las nalgas no lisiará ni matará al niño, como algunos piensan. Las teorías crueles y ateas de dejar al niño rienda suelta en sus caprichos, en vez de someterlo, están produciendo un mundo de rebeliones y, por consiguente, confusión e inquietud. La última acometida de Satanás es la rebelión en masa contra la autoridad de Dios. La fiel corrección con la vara “librará su alma del Seol”.
La vara de la corrección: trae sabiduría, y evita la vergüenza—Proverbios 29:15
La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.
Muchos padres están hoy pasando horas en preocupación y arrepentimiento por la manera en que sus hijos traen vergüenza y deshonra al nombre de Dios, a Su iglesia y a sus hogares. Este versículo nos dice que el niño dejado sin corrección hará esto. Pero la vara y la reprensión le darán sabiduría y harán de él un niño entendido.
Críelo para que le guste la conducta que a usted le gusta, y usted será su íntimo amigo a donde al niño le gustará venir por ayuda en tiempos de necesidad y problemas. El se deleitará con su compañía. Con el tiempo verá la necesidad de recibir a Cristo. La vara le ayudará a ver su necesidad de un Salvador y Maestro. No esperemos hasta que sea demasiado tarde y perdamos la oportunidad.
La vara de la corrección: da descanso— Proverbios 29:17
Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma.
Muchos padres dicen que sus hijos son muy nerviosos para castigarlos, que el niño no podrá soportarlo. La verdad del asunto es que la falta de la corrección ha confundido al niño de tal manera que no sabe qué se espera de él, además le es difícil entender a los adultos de tal manera que se ha convertido en un fracaso nervioso por su esfuerzo concienzudo por comprenderles. El uso fiel de la vara prontamente sosegará su confusión y sus nervios y hará de él un niño normal. Si se le deja sin la disciplina fiel, será de una personalidad pervertida con muchas dificultades en la vida y con quienes trate. El espírtu descontento y de inquietud es evidencia del uso insuficiente y cambiable de la vara o de esforzar demasiado al niño, para su edad, en busca de su progreso. Este último podría ser una forma sutil de orgullo paterno. La lección más importante que el niño debe aprender en la vida es amar la autoridad que Dios ha puesto sobre él. Todas las demás lecciones y adelantos son secundarios a ésa.
Muchas veces uno oye la expresión hecha especialmente por unas madres, que sentar en el regazo a un niño durante todo el culto en la iglesia es una carga más allá de sus fuerzas. El versículo al principio de esta parte otra vez da la contestación. Enséñelo en casa a que se siente quietamente en su regazo y le hará descansar. Pruebe lo siguiente. En una hora cuando el niño no tenga sueño ni tenga hambre ni esté enfermo, enséñelo a que se siente sosegado en su regazo sin ninguna queja y sin nada en las manos para jugar. La primera vez (media hora) será difícil. Primero asegúrese de que él sabe qué es lo que usted espera de él. Cuando empiece a entender, empiece usted a castigarlo por cada desobediencia. No desista hasta que el niño se quede sentado quietamente por unos cuantos minutos por lo menos. Entonces pruébelo dos veces más la misma semana en diferentes días. Cada vez será menos difícil. Junto con esto, siempre, en su trato con el niño, que lo que usted diga sea lo que usted requiere. De aquí al domingo en la mañana usted podrá disfrutar del culto, y él también. Además, otras personas lo disfrutarán más. “Dará alegría a tu alma.” Y si usted continúa fiel y constantemente instruyendo y enseñando al niño, él dará alegría a su alma para toda la vida. Vivamos constantemente según las instrucciones de Dios. Él bendecirá y guiará nuestras vidas y las de nuestros hijos hacia Su gloria.
Muchas veces los padres hacen que su instrucción y enseñanza fracasan al mostrar desacuerdo en presencia del niño acerca de lo que ha de hacerse. Esto es muy serio. Nunca muestren desacuerdo de ninguna manera ante el niño. Esperen hasta que estén solos para discutir tales asuntos. Lleguen a un acuerdo sobre tal asunto y apoyan los dos lo acordado.
Otra falta común es la de esperar a que el niño tenga dos o tres años antes de corregirle con la vara (o la mano). Un niño que tenga la edad de expresar ira y el deseo de hacer lo que quiera, tiene edad suficiente para ser corregido.
Una tercera falta común es decir que el niño tiene sueño y por eso está de mal humor. El que está bien enseñado no hace conmoción ni lloriquea cuando tiene sueño. Simplemente se sentará o se acostará a dormir. Al que está acostumbrado a dormir en cuna quizás sea menester enseñarlo a dormir en el regazo para poder asistir a los cultos con tranquilidad. Algunos padres dicen que su niño sabe cómo portarse pero ellos no saben porqué no se porta como debe. La respuesta es que el niño no fue disciplinado debidamente cuando hacía lo contrario. Un error común que no le permite al padre entender el problema y que impide la disciplina necesaria es que el padre quiere hacer buena impresión por medio del niño y desea la estimación de la gente. ¡Que nuestro único motivo sea para agradar a Dios! Además, a veces los padres están satisfechos con el desarrollo del niño antes de que el niño esté bien disciplinado. Esto le da la oportunidad para expresar la falta de ser amaestrado.
Otro error común es preguntarles, especialmente a niños pequeños, qué es lo que quieren o si quieren dormir, etcétera. Dios espera que los padres hagan las decisiones por sus hijos en asuntos donde hay que escoger entre el bien o el mal. En otros asuntos se les podrá dar a los niños el privilegio de expresar sus propios deseos. Levantar la voz para que el niño responda es un error grave. Indica que el padre ha fracasado en corregir al niño para que responda cuando se le hable la primera vez.
“Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Santiago 1:20). Esto es verdad en la corrección del niño. Nunca corrija cuando usted esté airado. No logrará su propósito. Corregimos a nuestros hijos según lo que es bueno para ellos, y con profundo amor cristiano. “El siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos.” La bondad y la amabilidad con firmeza son demostrados en la manera en que la madre recoge a su niño recién nacido. La consistencia demostrada por el cariño y la firmeza en vez de la ira y la voz levantada, convencerá al niño de nuestra sinceridad y nuestra voluntad para él.
—Pablo M. Landis
El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
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