El Calvinismo y la Biblia

Una mirada reflixiva a los puntos principales de la doctrina calvinista, una cuidadosa corrección del énfasis mal puesto según las Escrituras, y un llamado a seguir al Señor que dijo: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos

Una vez un ministro fue a visitar a un viejo agricultor que vivía en una comunidad en las colinas.

La conversación viró a temas espirituales. El agricultor sorprendió al ministro con su conocimiento bíblico.

—Supongo que usted es cristiano —dijo el ministro.

—No —respondió el otro—. Dios no me ha salvado todavía. Tal vez me salve arando el campo, o durmiendo en la cama. Pero no me ha de salvar a menos que él esté bien dispuesto.

En otra comunidad vivía un hombre y una mujer, fieles miembros de una iglesia. No se perdían ninguna reunión si podían evitarlo. Por muchos años el hombre tuvo un cargo importante en su iglesia.

De repente un pariente se enfermó gravemente, y ellos fueron a cuidarlo. Para mantenerse despiertos durante esos tiempos difíciles, tomaban medicamentos recetados, y se volvieron adictos a esas drogas. Cuando el doctor ya no les recetaba más medicamentos, el esposo se contactó con unos traficantes de drogas de una ciudad cercana. Su esposa se entregó a la bebida para calmar su apetito por la droga.

Preocupado, un amigo los visitó y les preguntó acerca de su relación con el Señor. Asombrado, los encontró “glorificando a Dios” y asegurándole de su próspera vida espiritual.

Cuidadosamente les preguntó cómo podían seguir drogándose y emborrachándose, y al mismo tiempo estar en paz con Dios.

Su respuesta fue: “Todavía me acuerdo del día en que fui salvo hace muchos años. Yo sé que Dios me salvó; y lo que Dios hace no lo puede deshacer. Una vez que somos salvos, permanecemos salvos para siempre.”

Estas historias son verídicas, y describen la experiencia de cientos de personas, en cientos de comunidades. Estas convicciones religiosas son muy comunes entre muchas personas con buenas intenciones. La mayoría de ellas no se dan cuenta de lo antibíblicas y peligrosas que son esas creencias.

Estos ejemplos ilustran dos doctrinas que forman parte de un sistema de interpretación bíblica llamado calvinismo.

¿Qué es el calvinismo?

Juan Calvino, un reformador suizo, fue el primero en escribir estas ideas de forma específica, aunque otros ya enseñaban estos conceptos.

Calvino y sus seguidores sostenían cinco conceptos sobre la salvación en Cristo, los cuales son fundamentales a la doctrina calvinista:

  1. La depravación total. Los calvinistas enseñan que el hombre por sí solo no tiene la capacidad de responder a Dios o acercase a él. La fe en su totalidad depende de Dios, y no del hombre. El calvinista nos diría: “Dios lo hace todo.”
  2. La elección incondicional. Los calvinistas creen que Dios, antes de la creación del mundo, decidió quién iba a salvarse y quién iba a perderse. El destino eterno de cada ser humano ya fue decidido. ¡Uno nada puede hacer para cambiarlo!
  3. La expiación limitada. Calvino enseñó que la sangre de Cristo fue derramada sólo para los elegidos: aquellos que Dios escogió salvar.
  4. La gracia irresistible. Si Dios decidió salvar a una persona, él lo hará no importa lo que haga la persona. Ninguno puede resistir el plan y el poder de Dios. La gracia salvadora de Dios subyuga el libre albedrío de los elegidos.
  5. La perseverancia de los santos. La persona que es salva o “elegida” por Dios nunca podrá apostatar o perder su salvación: una vez salvo, siempre salvo.

¿Seguridad o permisividad?

Aunque los calvinistas citan ciertos versículos bíblicos que supuestamente comprueban la elección incondicional y la expiación limitada, el testimonio del resto de la Biblia ofrece tanta resistencia contra estos dos conceptos, que los calvinistas no hablan mucho sobre estas posturas teológicas. Se enfrentan con pasajes como: “El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17), y Dios no quiere “que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).

Sabemos que la Biblia menciona a los escogidos de Dios. Dice que las ovejas escogidas de Dios son aquellas que escuchan su voz, y lo siguen (Juan 10:27–29). Sólo aquellos que aceptan a Cristo como Señor y Salvador son escogidos de Dios para recibir el “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16).

Muchos calvinistas modernos parecen avergonzarse de algunas posturas de su dogma, pero se aferran tenazmente al quinto punto: “una vez salvo, siempre salvo”. Esta postura se conoce comúnmente como la “seguridad eterna”.

Así como ocurre con los demás puntos del calvinismo, surgen grandes dificultades para aquellos que apoyan la seguridad eterna incondicional. Incluso, esta doctrina puede ser muy peligrosa, porque influye en la forma de vivir del cristiano.

El caso del fiel creyente que se convirtió en drogadicto ilustra muy bien uno de los peligros que presenta esta doctrina. El hombre tenía un sentido falso de seguridad aunque llevaba una vida perversa.

Algunos que creen en la seguridad eterna sostienen que aquella persona nunca fue salva desde un principio. ¿Pero cómo respondemos ante todas las advertencias bíblicas para los cristianos sobre la apostasía y la desobediencia a la verdad? ¿Por qué existen tales advertencies si no es posible apartarse de la fe?

Observe esto: Aun si suponemos por un momento que este creyente infiel nunca fue salvo de un principio, esta misma doctrina le dio la razón para excusar su condición pecaminosa. Esta doctrina de “una vez salvos, siempre salvos” previno a este hombre de tomar el primer paso hacia la salvación: reconocer que era pecador. La cuestión aquí no es realmente si fue salvo de un comienzo, o no. Su desobediencia a Dios es la cuestión.

Muchos defensores de la seguridad eterna insisten que su doctrina no llevará a nadie a apostatar de Dios. Proponen vigorosamente que las buenas obras son importantes para el cristiano, y tienen razón. Pero si prestamos atención a sus prédicas, los mandamientos del Evangelio se traducen solamente en “algo que conviene hacer”.

En base a esta doctrina calvinista de la seguridad de salvación, el cristiano no necesita las buenas obras para mantener su seguridad en Cristo. El cristiano que deja de “obrar” solo pierde algunas o tal vez todas sus recompensas en el cielo. Pero supuestamente igual va al cielo, aunque apenas.

Tal vez la pregunta más difícil para los defensores de la seguridad eterna sea esta: “¿A qué llevará esta doctrina?” Tienen que reconocer que, según su creencia, es posible que una persona viva en pecado e igual vaya al cielo.

Quizás usted haya escuchado afirmaciones como: “Fumar es un hábito desagradable que ningún cristiano debería tener, pero que para algunos es difícil de romper. Sin dudas los cigarrillos no van a excluir a una persona del cielo. La salvación es por gracia, y no por lo que uno pueda hacer o no hacer.”

O tal vez haya escuchado esto: “No importa cómo se vista el cristiano, con tal que su corazón esté bien. Lo importante es lo de adentro. La ropa no tiene nada que ver con la salvación.”

Si una persona piensa que una vez que se salva, será salva para siempre, entonces sería muy fácil pasar por alto cualquier mandamiento del Evangelio con la retórica: “Sin dudas eso no me va a impedir de ir al cielo,” o “Lo que hacemos no nos salva.”

Amigos, ¡nosotros somos salvos del pecado; no en el pecado!

Un énfasis equivocado

El sistema calvinista de la seguridad eterna está basado en un concepto erróneo de la Biblia y de lo que Dios espera del cristiano. Los calvinistas destacan los pasajes que traen ánimo al cristiano, pero pasan por alto o minimizan las advertencias y las condiciones que la Biblia constantemente expone para el discipulado.

Estamos convencidos de que el calvinismo es falsa doctrina. Existen serias consecuencias en relación con las cinco posturas del calvinismo.

La verdadera salvación

Veamos lo que la Biblia enseña acerca de la salvación en relación con estos cinco puntos:

1. La depravación total.

Lo que enseña la Biblia: Dios creó al hombre con libre albedrío para que pueda aceptar o rechazar a Dios por voluntad propia. Aunque todos han pecado contra Dios, él invita a todos a venir y recibir a Cristo.

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).

2. La elección incondicional.

Como enseñan las citas anteriores, Dios elige a la persona que viene a Jesús y le recibe exclusivamente como Señor de su vida. Los escogidos son aquellos que están en Cristo. “Nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Efesios 1:4).

3. La expiación limitada.

La Biblia dice que Cristo murió por todo ser humano. Dios no desea que nadie se pierda. Él salvará a todo pecador arrepentido que viene a Él en fe, confiando en la obra de Cristo en la cruz. “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2).

4. La gracia irresistible.

Según la Biblia, el hombre puede y debe responder al llamado de Cristo para poder ser salvo. La benignidad de Dios nos “guía al arrepentimiento”, pero no nos fuerza a hacerlo (Romanos 2:4). La salvación por medio de la gracia de Dios es un don gratuito, pero el hombre puede elegir aceptarlo o rechazarlo. A continuación, algunas cosas que el hombre debe hacer para ser salvo:

  • Escuchar la voz de Dios. “La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).
  • Creer en Jesucristo. “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31).
  • Buscar. “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado” (Isaías 55:6).
  • Llamar. “Llamadle en tanto que está cercano” (Isaías 55:6).
  • Arrepentirse. “Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados” (Hechos 3:19). salvará a todo pecador arrepentido que viene a Él en fe, confiando en la obra de Cristo en la cruz. “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2).

Confesar. “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).

5. La perseverancia de los santos.

Jesús dijo: “Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mateo 24:13). El cristiano está seguro mientras permanece en Cristo. Una vida obediente a las enseñanzas de Cristo y los apóstoles —o sea, una vida caracterizada de buenas obras— es indispensable para permanecer dentro de la gracia de Dios y heredar la vida eterna. “[Dios] pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad” (Romanos 2:6–8).

Un buen comienzo no siempre garantiza un buen final. “Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 1:10–11).

Hans Denck, un reformador anabaptista, describió a la persona que lleva una vida de obediencia a Cristo: “Aquél que realmente desea conocer a Cristo debe seguirlo todos los días.”

Satanás intenta engañar a las personas, haciéndoles sentirse seguros en sus pecados. Le dice a la gente, así como a Eva: “No moriréis.” Pero la advertencia de Dios sigue vigente: “Si vivís conforme a la carne, moriréis” (Romanos 8:13).

Dios, que no puede tolerar el pecado en la persona que no es salva, sin dudas no lo tolerará en la persona que ya es salva.

Dijo Jesús: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Juan 8:31).

 

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