Las puertas del infierno

El placer del pecado a veces es muy agradable, pero algún día lo gozará por última vez. Entonces las puertas del infierno se cerrarán detrás de usted para siempre. No hay salida de este lugar de tormento. Pero antes de llegar a ese lugar, un Dios de amor anhela su alma, y quiere salvarlo a usted.

Un día mientras caminaba por la calle, vi una manada de cerdos siguiendo a un hombre. Esto excitó mi curiosidad, porque, como todos ustedes saben, que los cerdos son animales bastante difíciles para conducir, y si usted quiere que vayan por un lado invariablemente toman por el otro. Pero este hombre parecía no tener dificultad; los cerdos, dándose empellones y gruñendo, lo seguían lo más ansiosamente posible. Continué caminando, y para sorpresa mía me di cuenta que los llevaba al matadero. Entraron y la puerta se cerró detrás de ellos. Esperé a que el hombre saliera, y le pregunté cómo podía conducirlos tan fácilmente. El hombre se rió y dijo:

—Quizá usted no vio la bolsa bajo mi brazo. Yo sabía que tendría una mañana de trabajo duro si no los trataba con astucia; así que conseguí unas habas que les gustan mucho y las iba dejando caer por el camino. Y usted vio cómo se precipitaban para coger las habas, sin pensar que iban al matadero.

—Y con la misma astucia —continuó el señor Jiménez, dirigiendo su mirada penetrante sobre el auditorio— el diablo está llevando a algunos de ustedes al infierno. Él sabe bien cómo complacerlos y guiarlos. Él sabe cómo brindarles gozo en los placeres carnales hasta que las puertas del infierno se cierren tras ustedes.

Un joven en el auditorio sintió una flecha de convicción en su alma. Su caso acababa de ser descrito. Al otro día fue a un amigo a decirle de su conversión por la gracia de Dios.

El placer del pecado a veces es muy agradable, pero algún día lo gozará por última vez. Entonces las puertas del infierno se cerrarán detrás de usted para siempre. No hay salida de este lugar de tormento. Pero antes de llegar a ese lugar un Dios de amor anhela su alma, y quiere salvarlo a usted. “Volveos, volveos;… ¿por qué moriréis?” “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado” (Isaías 55:6). “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3:10). “He aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2). “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere será condenado” (Marcos 16:16). “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).

“Al oir esto, se compungieron de corazón y dijeron…: ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:37, 38).

La fe hacia Dios, el arrepentimiento continuo de toda mala obra, y la confianza en la sangre de Jesucristo para perdón y limpieza es necesario. Y no está completo sin la obediencia a la Palabra de Dios y la sujeción a otros creyentes. “Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados… y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:41, 47). Hablando de la fiel y verdadera iglesia, el cuerpo de Cristo, Jesús mismo quien es la cabeza dijo: “Las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18).

Amigo, tome los pasos necesarios para ser salvo, o repentinamente las puertas del infierno se cerrarán detrás de usted para siempre.

El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Reina-Valera 1960® es una marca registrada de American Bible Society, y se puede usar solamente bajo licencia.

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