¿Quién es Dios? La vida toma su sentido de lo que creemos de él. Pero el deseo de saber de Dios no debe ser sólo un conocimiento teórico, sino un conocimiento personal que nos enseña a vivir en santidad.
¿Quién es capaz de comprender al soberano y eterno Dios de los cielos?
“Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!” (Isaías 40:9).
“Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra …” (Jeremías 9:24).
Cualquier estudio de Dios o cualquier intento de comprenderlo, llega a los límites de capacidad de nuestra comprensión hasta no más poder. Nuestra mente finita y limitada jamás podrá comprender al infinito Dios. Él mora en una dimensión espiritual que el ser humano no conoce ni alcanza. Su gloriosa majestad, su eterna soberanía, su infinita sabiduría, y su poder ilimitado lo separan del ser humano con una distancia incalculable. Él mora en luz inaccesible (1 Timoteo 6:16). Él es Creador, pero todas sus grandes obras que vemos en el universo son “sólo los bordes de sus caminos” (Job 26:14), y “Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada” (Isaías 40:17).
El reconocido predicador Charles Spurgeon dijo: “La ciencia más elevada, la especulación más sublime, la filosofía más poderosa en que se puede ocupar la mente del hijo de Dios, es el nombre, la naturaleza, la persona, la obra, y la existencia del gran Dios que nosotros conocemos como Padre”.1
¿Quién es este Dios? Nuestro concepto de Dios; lo que creemos de él es sumamente importante. La vida toma su sentido de lo que creemos de él. Uno de los problemas principales que enfrenta la sociedad de hoy es que se ha perdido el conocimiento de Dios, y por lo tanto hemos perdido también el temor, el respeto, y la reverencia para con él. En su arrogancia la ciencia secular de hoy nos dice que Dios no existe; pues, según lo que dicen, no existe lo que no se puede ver, ni medir, ni explicar. La filosofía niega a Dios porque cree que el hombre es autosuficiente y no necesita de él. La religión moderna ha bajado a Dios a un nivel en donde él se acomoda a nuestros antojos. Por estas ideas erróneas, la gente anda con los ojos tapados, sin dirección y sin entendimiento (Efesios 4:17-19). Sin el conocimiento de Dios, el mundo es un lugar extraño, doloroso, y absurdo.
En su libro: El conocimiento de Dios, el escritor, A.W. Tozer dice: “La iglesia ha abandonado su elevado concepto de Dios…. La falta del conocimiento del Santo nos ha traído nuestros problemas. Es imposible mantener prácticas morales y sanas, y actitudes rectas mientras nuestra idea de Dios sea errónea o inadecuada. Si queremos traer de nuevo el poder espiritual a nuestra vida, debemos comenzar a pensar en Dios de un modo que se aproxima más a cómo él es en realidad”.2
Dios es perfecto en todas las características, las cualidades, y la naturaleza de su persona. A estas propiedades de Dios les decimos los atributos de Dios. La calidad de perfección no permite que él mejore, pues ya tiene el grado máximo, o el mayor grado posible en todas sus características. Así que Dios establece el patrón, es decir, la medida o el ejemplo perfecto de todas las cualidades de su carácter. A la medida que le conozcamos, formamos conceptos más adecuados de cómo deben ser las cualidades de nuestra personalidad. Llegamos a conocerlo, a venerarlo, y a respetarlo más debidamente.
Por ser todos perfectos, ningún atributo de Dios cancela a otro, ni merma su calidad. Sus atributos son constantes en su perfección. A nosotros nos parece que algunos de estos son contrarios, que no se puede tener uno sin mermar o anular el otro. Pero en Dios no es así. Por ejemplo, el amor de Dios nunca merma ni suprime su ira. Los dos atributos siempre coexisten de forma constante. Lo mismo es verdad respecto a la justicia de Dios en comparación con su misericordia y amor.
Para el ser humano, Dios, la Santa Deidad, es un gran misterio. Es un solo Dios, pero se ha dado a conocer en tres personas: Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo. El carácter trino de Dios se ve claramente a través de la Biblia. Por ejemplo, cuando Jesús fue bautizado, se oyó la voz de Dios desde el cielo, Jesús estuvo presente en cuerpo humano, y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma (Mateo 3:16-17). Cada uno de estos personajes tiene su obra específica. A la vez, son tan perfectamente unidos en esencia que se conocen como un solo Dios. El misterio de Dios es sublime y perfecto de modo que la mente humana, que es tan limitada, no logra comprenderlo en su perfección.
Dios es personal. Aunque sea tanto más sublime que nosotros, él desea tener una relación con cada uno de nosotros personalmente (Hebreos 2:11). Nuestro pecado contra Dios ha rompido esa relación que él tenía en el principio de la creación con el ser humano, y la rebeldía del hombre nos ha separado de él. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)…. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo… Y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades” (Efesios 2:4-5, 13, 16). Su amor por nosotros lo llevó a buscar la manera de reconciliarnos con él. Él tomó la iniciativa de darse a conocer a nosotros aun cuando nosotros no lo buscábamos.
Dios se da a conocer de varias maneras. Primero, el mundo de la naturaleza que Dios creó nos declara su eterno poder y deidad (Romanos 1:20). La maravillosa creación nos enseña de un Creador con infinito poder e ilimitada creatividad. Hoy se alaba a gritos la gloria de los avances y descubrimientos de la ciencia. Pero se nos olvida que los avances de la tecnología dependen de las leyes físicas que gobiernan nuestro mundo desde su principio. Esas leyes las estableció Dios desde la creación y son constantes. La ciencia no hizo estas leyes; sólo las descubrió. Ya han existido desde el principio. Dios las hizo. El poder de Dios en la naturaleza es prueba inequívoca de que existe un ser todopoderoso, sobrenatural, y divino. Ese hecho nos deja a todos sin excusa.
Segundo, Dios se dio a conocer por medio de su Palabra. En su afán de darse a conocer al hombre, Dios inspiró por el Espíritu Santo lo que nosotros conocemos como la Biblia. En ella Dios nos habla de sí mismo y de su voluntad para con nosotros. Nos muestra las características de su persona para que lo conozcamos, el Santo Dios. Nos revela su plan de redimir al hombre a través de los siglos, y como nosotros podemos ser reconciliados con él.
Tercero, Dios se da a conocer en la persona de Jesucristo, su Hijo (Juan 1:18). Jesús es la personificación de la Palabra de Dios, la que ya vimos. Él es el Logos o Verbo de Dios (Juan 1:1). Jesús es la imagen misma de Dios (Hebreos 1:3; Colosenses 1:15). Jesús mismo dice en Juan 14:9: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre…”. En la persona de Jesús, nosotros vemos las cualidades de Dios. Jesús vino al mundo a mostrarnos al Padre y a abrir el camino por el cual nosotros podemos entrar en relación con él.
Así que, nuestro deseo de saber de Dios no debe ser sólo un conocimiento teórico, sino un conocimiento personal y práctico que nos enseña a vivir en santidad. No tenemos excusa para no creer en él. Pero, además, y más importante aún, tenemos el privilegio de no sólo saber de Dios y creer en él, sino entrar en una relación personal con él por medio de la obra de Jesús. Queremos conocer a Dios para gozarnos de comunión con él. Aprendemos de Dios cuando nos comprometemos a servirle. Es imperativo que, en nuestro estudio de Dios, nos acerquemos a él. Luego, llegar a conocerlo mejor nos debe instar a caminar en su verdad. Cuando conocemos a Dios, los problemas de la vida toman su perspectiva correcta y hallamos dirección que lleva a soluciones correctas.
Con esta introducción, les presentamos la serie de artículos sobre algunos atributos de Dios. Esperamos que pueden ayudarnos a corregir nuestros conceptos de Dios. En esta serie, queremos no sólo saber de Dios, sino conocerlo. Cuando hallamos nuestro lugar en relación con él, nuestra vida toma sentido o propósito. Hallamos dirección para la vida. Podemos en realidad ser hijos de Dios. Él quiere ser nuestro Padre. En él, además, hallamos la “vida eterna” (Juan 17:3).
1 Knowing God, J.I. Packer, InterVarsity Press
2 El conocimiento del Dios santo, A.W. Tozer, Editorial Vida