Principios de la autoridad bíblica en el hogar

Los padres deben poner mucho esmero en criar a sus hijos sujetos a la autoridad desde pequeños. El niño que aprende a sujetarse a la voluntad de sus padres establece una base que hará que le vaya bien el resto de su vida.

Autoridad: el poder o el derecho de gobernar, influenciar, o dirigir los pensamientos, las opiniones, y la conducta...; el poder o el derecho de mandar, hacer cumplir, tomar acción, o tomar decisiones finales.

¿Por qué manda la Biblia que los niños deben sujetarse a la autoridad de sus padres? ¿Qué efectos trae esto a la vida del niño? ¿Cómo afecta esto su relación con otros?

El niño que no aprende a sujetarse a sus padres desde pequeño crece para convertirse en una persona muy egoísta. Desde muy pequeño pelea para lograr todo lo que quiere. Aprende a manipular las circunstancias para lograr sus propios deseos. Si no consigue lo que quiere, se enoja y arma un lío hasta que se lo den. Ya que no se sujeta a sus padres, también tiene conflictos con el profesor en la escuela y con otras personas en autoridad. Tiene roces con sus compañeros en la escuela porque insiste en que los demás se sometan a sus caprichos.

Después como adolescente trata de imponer sus gustos. Resiste las decisiones tomadas por otros. Egoístamente procura ponerles trabas a los planes del grupo para dominar según su propio parecer. Ya que dirige su vida por el egoísmo, el joven da rienda suelta a sus propios deseos carnales que, paso a paso, lo llevan al desenfreno sexual.

Como adulto, esta persona sigue con el mismo problema porque le resulta difícil aceptar cualquier autoridad en su vida. Choca constantemente con sus patrones y jefes en el trabajo y con la policía. Resiente toda autoridad porque no acepta que le impongan restricciones o requisitos. Toda restricción para él es un ataque en contra de su persona porque cree que la libertad consiste en hacer lo que a él le parece. Resulta que durante toda la vida vivirá en conflicto con los demás. Es una persona incómoda y difícil de soportar. Ya que exige que todo sea como a él le parece, aun en el matrimonio tiene choques con el ser que creía que amaba más.

El no aprender a sujetarse a la autoridad también implica graves perjuicios espirituales al que quiere ser cristiano. Para gozar de una buena relación con Dios, es importante entender que Dios es soberano y que él dirige todo aspecto de nuestra vida. Pero a causa del egoísmo, la persona resiste a la autoridad amorosa de Dios porque le parece que Dios se impone sobre él en contra de su voluntad. Igualmente resiste y resiente la autoridad de los pastores de la iglesia y de los hermanos espirituales que desean ayudarle.

Es por eso que Dios nos dice en Efesios 6:1-3: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.”

El Creador en su sabiduría estableció un diseño para el buen funcionamiento de todo lo que creó. Dios es la autoridad suprema. Su orden dicta que Cristo se sujete a Dios Padre, el hombre se sujete a Cristo, la mujer se sujete al hombre (1 Corintios 11:3), y los hijos se sujeten a sus padres (Colosenses 3:20). Todos nosotros debemos sujetarnos a los gobiernos civiles (Romanos 13:1-2), los siervos deben sujetarse a sus amos (Tito 2:9-10), y los hermanos de la iglesia deben sujetarse a los pastores (Hebreos 13:17). Cada persona, cualquiera que sea su posición, debe someterse bajo la persona que está sobre él según el orden de Dios. Por lo tanto, Dios manda que desde la niñez aprendamos a sujetarnos a los padres para que nos vaya bien en toda la vida.

El niño que aprende a sujetarse a la voluntad de sus padres establece una base que hará que le vaya bien el resto de su vida. Dios nos explica que esto es lo primero que el niño debe aprender. Así conocerá el gozo que resulta de ceder su voluntad a la de otro. Experimentará la libertad cuando acepta que no todo tiene que ser como él quiere. La persona que desde la niñez aprende a sujetarse recibirá con gozo la dirección que proviene de su autoridad y apreciará el amor de los que le dan instrucciones. La dirección por parte de los que están en autoridad le da seguridad y protección.

Los padres deben poner mucho esmero en criar a sus hijos sujetos a la autoridad desde pequeños. Nota los siguientes proverbios que nos enseñan esta verdad. “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6). “La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre” (Proverbios 29:15). “Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma” (Proverbios 29:17).

Es importante empezar a corregir a los hijos desde la infancia. Nuestros hijos son muy egoístas desde que nacen. Cuando están a una edad tierna es más fácil enseñarles a rendir su voluntad. Los primeros cuatro años son los más importantes para enseñarles a obedecer.

Hay muchas maneras en que se le enseña al niño que no se hacen las cosas siempre a su gusto. Si insiste en que quiere un helado o un dulce, debemos enseñarle que no siempre se le da lo que pide. Él necesita aprender que va a comer helado cuando sus padres se lo dan, pero no siempre que él lo pida. Los padres debemos ser muy conscientes de que el niño sin disciplina aprenderá a manipularnos para lograr lo que quiere.

El infante necesita de mucho cariño y caricias, pero no necesita que lo tengan en brazos todo el día. Por su egoísmo el bebé quiere que lo alcen cuando a él se le antoje. Cuando llora debemos asegurarnos de que no le duela algo, o que no tenga hambre, o que no necesite que le cambien el pañal. Es decir, es necesario discernir si llora por alguna necesidad legítima o no. Si se alza cada vez que llora, pronto desarrollará el mal hábito de exigir su propia voluntad. Recuerdo que mis hijos muy pequeños lloraban enojados exigiendo que los alzara. Pero yo los dejaba llorar hasta que se calmaran. Los alzaba cuando ya no lloraban con exigencia. Así los enseñaba que ellos no pueden dominar ni exigir que siempre se hace lo que quieren. Cuando el niño aprende que no todo se hace como él quiere se ha logrado algo muy importante.

Quizá esta manera de actuar no en todo caso sea la mejor forma. Otros padres dirán que existen mejores métodos. Pero una cosa es imperativa, no debemos permitir que el niño desarrolle el mal hábito de dominar a sus padres y exigir su propia voluntad.

Es importante que se les enseñe a los hijos a obedecer a sus padres. Es decir, deben aprender que se hace la voluntad de los padres y no la de ellos. Deben aprender que se come cuando los padres lo deciden y que se guardan los juguetes cuando los padres dicen que hay que guardarlos. Deben saber que no se toca el teléfono cuando los padres han dicho que no lo toquen, y si le dice a uno “ven”, el niño viene. El niño debe aprender a sujetar su voluntad a la de sus padres y obedecerlos con alegría. Los padres que le enseñan al niño a sujetarse a la autoridad a una temprana edad le hacen un gran bien. La Biblia dice: “para que te vaya bien”; es decir, para que le vaya bien al niño en la escuela, en el trabajo, en la iglesia, en el matrimonio. Esta disciplina le será de gran ayuda para someterse a Dios cuando sea más grande. “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió” (Juan 14:23-24).

Precisa que los hijos entiendan la importancia de tener un corazón sumiso y sujetarse voluntariamente a la autoridad de sus padres. El libro de Proverbios explica repetidas veces la importancia de esta verdad. “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre; porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello” (Proverbios 1:8-9).

El hecho de someterse a las autoridades es una decisión personal. Cuando la persona entiende la importancia de rendir su voluntad a otros lo hace con gusto y de todo corazón. Necesita abnegarse a sí mismo y morir a sus propios deseos y preferencias. Pero lo que se gana en la vida al negarse a sí mismo es de mucho más valor que lo que logra cuando hace las cosas a su manera. 

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