Hasta más tarde

“Nos veremos más tarde, amigo.” Si la muerte reclamara a uno de ellos, ¿esperaría usted verle más tarde… en el cielo o infierno?

Usted lo habrá dicho tal vez mil veces: “Hasta más tarde”. Pero quizá no pensó mucho en lo que decía.

Pueda ser que usted tenga algunos amigos quienes—para ser franco—están en el camino que desciende al infierno. Sin embargo, al despedirse, ¿cuántas veces ha dicho usted “hasta más tarde”? Si la muerte reclamara a uno de ellos, ¿esperaría usted verle más tarde… en el infierno?

Quizá usted tenga algunos amigos que han hecho todas las preparaciones para la santidad y el cielo. Si la muerte llamara a esos amigos, ¿podría usted de verdad decir: “Nos veremos más tarde”?

No se equivoque acerca de esto; hay un “más tarde” que viene. Siempre habrá un futuro—siempre, siempre, siempre un futuro—un futuro sin fin. ¿Ha hecho usted los preparativos para ello?

Quizá Jesucristo se ha puesto delante de usted para mostrarle el camino de la vida con el deseo de cambiarlo de pecador en santo. Pero usted ha dicho: “Nos veremos más tarde”. Aunque no lo haya dicho, si no quiere que Jesús le vea ni que le escudriñe, usted está dejando el negocio más importante del mundo hasta... más tarde.

En el registro divino está claro que la última palabra será la de Dios. En esta vida Él quizá nos deje seguir nuestro rumbo, vivir para el placer, vivir para tener poder, vivir para tener orgullo y levantarnos en alto entre los hombres. Pero Él también dice: “Yo te veré más tarde”. Sí, después que todos los juegos se hayan terminado, los planes se hayan realizado y la vida malgastada, entonces Dios pasará lista.

¿Estará su nombre en la lista del cielo? Si no lo está, ¿por qué no? Por decir “hasta más tarde” usted está diciendo que quisiera encontrarse con la presencia aterradora de un Dios santo a quien usted ha rechazado. Él rechaza solamente a los que le rechazan a Él.

La Biblia cuenta la historia de diez vírgenes que vinieron a una boda. La mitad de ellas se había preparado a tiempo. La otra mitad tenía que juntar su provisión y salió al mercado. Ellas, quizá muy animadas, se despidieron de sus hermanas diciendo: “hasta más tarde”. Pero, mientras andaban de compras, los huéspedes fueron invitados a entrar ¡y las puertas fueron cerradas para siempre! Las cinco vírgenes insensatas nunca más se juntaron con las cinco prudentes.

Esta historia ilustra las condiciones que pide Dios. La preparación, la vigilancia y la provisión hasta el fin son requeridos. ¿Ha puesto usted su fe en la sangre de Jesucristo para que le sean borrados sus pecados? Su perdón, ¿le ha traído paz a su corazón? ¿Ha abandonado usted el pecado por el poder de Él en su vida? ¿Es la Palabra de Dios su deleite, y la obediencia a ella un placer? Todo esto es necesario para llenar las condiciones de Dios. Jesús dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí… y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:29, 30).

“Nos veremos más tarde, amigo.” ¿En dónde…???

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El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

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