¿Qué piensas tú? ¿será posible extraviarse del buen camino? Unos creen que sí es posible, otros dicen que no. En realidad, lo que digan los hombres no cambia la verdad. Lo que sí importa es lo que dice la Biblia.
¿Qué piensas tú? ¿será posible extraviarse del buen camino? Unos creen que sí es posible, otros dicen que no. En realidad, lo que digan los hombres no cambia la verdad. Lo que sí importa es lo que dice la Biblia.
Así que, veamos qué nos dice la Biblia: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10.27–29).
Judas dice que Dios es “poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Judas 24).
¡Según estos versículos estamos seguros en las manos del Padre! Dios es poderoso para guar darnos sin caída. Nadie ni nada nos puede extraviar a la fuerza del buen camino.
Oye otro versículo de la Biblia: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles” (Apocalipsis 3.5).
En este versículo Cristo claramente se dirigía a cristianos, pues sus nombres ya estaban escritos en el libro de la vida. ¿Por qué, pues, dice Cristo:
“El que venciere será vestido ... y no borraré su nombre”? Él habla como si fuera posible que el cristiano que no venza, pierda el privilegio de tener su nombre escrito en el libro de la vida. ¿Por qué habla así?
Oye lo que dice Cristo en Juan 15.5–6:
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.”
Antes que una rama pueda ser cortada de un árbol, tiene que estar conectada. De la misma manera, uno tiene que primeramente estar conectado a Cristo (estar en el buen camino) para poder ser cortado de Cristo. Nota que Cristo dice que los que no permanecen en él, los que se extravían del buen camino, serán cortados, serán echados fuera, se secarán, y los echarán en el fuego.
Mateo 18.15–17 dice: “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.”
El Señor no quiere que ninguno que le ha conocido se aparte de él. Pero él no quita del cristiano el libre albedrío. El libre albedrío es un privilegio, dado a los hombres por mandato divino. El cristiano aún es libre para escoger. Dios no rehúsa permitir que el cristiano escoja extraviarse del buen camino.
Dios no puede tolerar el pecado. Si el que se aparta del buen camino rehúsa volver, Dios ya lo considera como pecador, y manda que noso tros lo consideremos así también. Aunque antes era un hijo en la familia de Dios, ahora se ha des carriado. Ahora sirve a su nuevo maestro: el diablo. Aunque antes era protegido por el Padre, ahora, por su propia desobediencia, está en el camino del enemigo. Se ha extraviado del buen camino. Y a menos que se arrepienta, no va al cielo porque ya no está en el camino que lleva para allá.
Dios dice así: “Cuando yo dijere al justo: De cierto vivirás, y él confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas sus justicias no serán recor dadas, sino que morirá por su iniquidad que hizo.... Cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere iniquidad, morirá por ello” (Ezequiel 33.13, 18).
“Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2 Pedro 2.20–22).
Por estos versículos y muchos más podemos ver claramente que es posible que nos extraviemos del buen camino por nuestro propio descuido y rebelión. Pero nosotros no queremos que esto suceda; mucho menos lo desea nuestro amante Dios. Dios nos extiende su cuidado paternal y nos provee de todo lo que necesitamos para ser victoriosos. Ve los siguientes versículos:
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10.13).
“Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15.57).
“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4.4).
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41.10).
“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento” (2 Corintios 2.14).
¡Qué promesas tan maravillosas! ¡Qué victoria nos es disponible en Cristo Jesús! ¡Cuántas gracias debemos al que nos ha rescatado del pecado!
¡Cuán poderoso es Cristo! Frente a la posibilidad de que nos extraviemos del buen camino, Cristo “es poderoso para guardar[nos] sin caída, y presentar[nos] sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Judas 24).
Aprovéchate del poder de Cristo para ser guardado del extravío. No pienses que ya que eres cristiano no te es posible extraviarte. Escucha la advertencia que nos da Cristo: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10.12).
No añadamos, pues, a las escrituras, diciendo que no es posible extraviarse del buen camino. Tengamos mucho cuidado cómo vivimos, porque… oye bien, Dios mismo quitará nuestro nombre del libro de la vida si abandonamos el buen camino. Él dice: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro” (Apoca lipsis 22.18–19).
“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Juan 8.31).
“Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados” (Santiago 5.19–20).
“Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24.11–13).
“Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza” (2 Pedro 3.17).
“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2.1–3).
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