En qué trabajas? Esta pregunta puede parecer muy simple; sin embargo, muchas mujeres temen darle respuesta. ¿Por qué?
¿En qué trabajas?
Esta pregunta puede parecer muy simple; sin embargo, muchas mujeres temen darle respuesta. ¿Por qué? Posiblemente por hallarse entre aquéllas que han elegido ser amas de casa a tiempo completo.
Pero estas mujeres no deben sentirse avergonzadas. Dios ha venido bendiciendo a las madres y la crianza de los hijos desde los mismos comienzos de la humanidad. Ninguna mujer puede aspirar a puesto más elevado que el de preparar a los hijos para afrontar las responsabilidades de la vida. El futuro de las naciones descansa en el regazo de sus madres.
Lamentablemente, la sociedad en general ha rechazado la autoridad moral contenida en la Biblia. Como resultado, se ponen en poca estima los papeles de ama de casa y madre. Las feministas pretenden hacernos creer que las mujeres necesitan “librarse” de esa trampa imaginaria que es la condición de madre. La televisión y los medios de comunicación en general han hecho mucho para destruir los valores familiares bíblicos, representando la obra de las madres como algo monótono e incluso egoísta.
Algunas madres escogen ejercer atractivas carreras. Otras afirman que necesitan trabajar para poder cubrir el presupuesto. Sea cual sea la razón, tener un empleo se considera normal y necesario. Las guarderías han surgido para cuidar a los niños de las madres trabajadoras. No obstante, el alarmante crecimiento de la delincuencia juvenil, la violencia, el crimen y la falta de respeto hacia la autoridad comprueban que algo marcha mal. La humanidad, aparentemente, ha caído víctima de su propia filosofía sobre el hogar y la familia. Los mismos fundamentos de la sociedad parecen estar en proceso de destrucción.
Sin embargo, aún hay esperanza. La Biblia traza un plan con futuro.
Primero, Dios ideó el matrimonio como medio puro y santo de traer hijos a este mundo (Génesis 1:28). Actualmente son muchas las parejas que, llevadas por el egoísmo, posponen o rechazan del todo la responsabilidad de tener hijos, con las miras de satisfacer sus propios intereses y placeres. Pero nuestros intereses y placeres son temporales mientras que los hijos son almas eternas. Son el mejor regalo que Dios concede al hogar: “He aquí, herencia de Jehová son los hijos” (Salmo 127:3).
Segundo, Dios espera que los padres críen a sus hijos de manera disciplinada (Efesios 6:1-4). Ellos necesitan mucha más atención y enseñanza que los animales. El niño sigue desarrollándose durante los primeros veinte años de su vida. Esto pone de relieve la gran responsabilidad que pesa sobre los padres; responsabilidad que difícilmente se podrá cumplir cuando ambos trabajan fuera de casa.
Tercero, Dios espera que la vida familiar sea una vida hogareña. Si el hogar ha de representar algo más que un “hotel”, alguien debe ocuparse de los detalles del hogar.
Naturalmente, las madres son las que mejor se adecúan a este papel, pues Dios las ha dotado con las tiernas cualidades que semejante trabajo exige. Dios espera que las madres dirijan sus casas (1 Timoteo 5:14), y sólo Él puede capacitarlas para soportar el rigor que tal trabajo requiere.
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Preparado y presentado en inglés por la junta de publicaciones de la Iglesia Mennonita de Pennsylvania Oriental.
El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
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