Delicias, deleites, goces y placeres. ¿Sabía usted que Dios los aprueba? De hecho, ¡él es el autor del placer! Ya que Dios es el autor del placer, ¿será correcto unirnos al mundo en su loca corrida tras placeres cada vez más intensos? ¿Por qué, o por qué no?