¿Soportar a mi hermano? ¿Cómo?

..Parece que la relación de algunos es como un pleito de gatos, ¿no? Parece una escena salvaje y no de una iglesia de Cristo. Pero también nos revela la realidad de lo difícil que es manejar bien las relaciones aun entre los hermanos de la iglesia. ¿Cómo nos relacionamos de forma correcta y bíblica"

Supongo que usted ha oído a alguien usar estas palabras en alguna ocasión: “Es que fulano es tan difícil de soportar.” “Es que no nos llevamos.” “Me llevo bien con todo el mundo, pero qué difícil es soportar a zutana.” Quizá usted mismo haya expresado sentimientos con palabras semejantes a éstas. ¿Puede usted soportar a su hermano? Me atrevo decir que si usted es honrado, tendrá que reconocer que hay aquellos que le son difíciles de soportar. O quizá hay personas en su vida con que no se lleva muy bien.

Es común oír hoy en día que tal y tal iglesia se dividió porque los hermanos no podían llevarse, o que una pareja de esposos se dejaron porque ya no se soportaban, o que hay problemas entre familiares porque las relaciones se han roto.

Cuando la situación incluye a nosotros, lo interesante es que siempre vemos que el problema es del otro. Nos justificamos a nosotros mismos y señalamos al otro; la otra persona tiene la culpa de que no nos llevamos.

La vida nuestra como seres humanos se compone de convivir con nuestros semejantes. Se compone de relacionarnos unos con otros, ya sea en la familia, en el trabajo, o en la iglesia. Y no es de extrañar que las relaciones con algunas personas sean difíciles y que a veces se vuelvan tensas. Parece que una de las cosas que más nos cuesta es mantener buenas todas nuestras relaciones. Muchos de los conflictos y choques que se ven en el mundo son resultados de relaciones tensas o rotas. Eso se puede entender, ya que muchas veces se trata de personas que no han nacido de nuevo ni tienen el Espíritu Santo en su vida. Pero para mí es muy preocupante observar que muchas de las dificultades en la familia cristiana y en la iglesia son también resultados de alguna relación tensa o rota.

¿Debe ser así mi relación con otros? ¿Es normal de que un cristiano viva con una relación como tal? ¿Qué nos dice la Biblia?

En Romanos 12:18 el apóstol Pablo nos dice: “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.” El apóstol Pablo nos dice que si hay alguna relación tensa o rota, debemos hacer todo lo posible para arreglarla. No podemos negar la importancia de mantener buenas relaciones.

El apóstol Pablo también dice en Gálatas 5:15: “Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros.” Aquí parece que la relación de algunos es como un pleito de gatos, ¿no? Parece una escena salvaje y no de una iglesia de Cristo. Pero también nos revela la realidad de lo difícil que es manejar bien las relaciones aun entre los hermanos de la iglesia. ¿Cómo nos relacionamos de forma correcta y bíblica?

Veamos ahora pasajes del Nuevo Testamento que hablan al tema y nos enseñan a relacionarnos unos con otras de una manera espiritual. Analicemos lo que dicen:

Efesios 4:1-6: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.”

Colosenses 3:12-16: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.”

Notemos cómo el apóstol empieza su enseñanza sobre este tema en Efesios 4. En este pasaje, Pablo ruega que andemos como es “digno de la vocación” a la cual hemos sido llamados. Una vocación es como el “trabajo”, el “llamado”, o la “carrera” que estamos desenvolviendo. Como creyentes hemos sido llamados a una posición, un trabajo, una manera de vivir que nos destaca de otras personas. Debemos vivir de manera que muestra un respeto por la posición que tenemos. Si nosotros vemos a un policía violando la ley, nos repugna y decimos que él no anda como es digno de su vocación. El esposo que no es fiel a su esposa, no muestra dignidad por el matrimonio y no anda digno de su vocación. Así que, el apóstol empieza su enseñanza recordándonos del compromiso que tenemos con nuestro llamado, nuestra identidad como hijos de Dios. Después nos destaca las reglas y cualidades espirituales que necesitamos para relacionarnos bien unos con otros.

En estos dos pasajes, también vemos dos reglas importantes que sobresalen para relacionarnos bien con otros. En primer lugar, notamos en ambos pasajes el énfasis sobre “soportarnos” unos a otros. Cuando Pablo nos amonesta “soportarnos” ¿qué nos quiere decir con esa palabra? A primera vista, parece ser una expresión que se usa ría para un malestar, un dolor de cabeza, una enfermedad incurable o cosas semejantes. ¿Por qué hablar así respecto a nuestras relaciones con otras personas, y en especial, con hermanos de la iglesia? “Soportar” significa: tolerar; poder mantenerse firme sin que las faltas de otros nos muevan; no reaccionar ante las debilidades de otros, aguantar, padecer, sufrir.

Seamos sinceros, relacionarnos con otros no es fácil. Exige duro trabajo y esfuerzo. Exige aun ciertas destrezas. La amonestación del apóstol Pablo no habría sido necesaria si no fuera un asunto un tanto difícil.

El segundo punto igual de importante lo encontramos en el segundo pasaje. Es perdonar. El perdonar es indispensable para relacionarnos bien con otros. Si tenemos alguna queja contra el hermano, Pablo nos dice que debemos soportarlo y perdonarlo. Para poder soportarlo, tenemos que perdonarlo. Es conceder al ofensor el favor, que no merece, y no tenerlo como culpable. Es absolverlo de culpabilidad. Debemos seguir el ejemplo de Jesús… ¿Cuántas veces perdonó Jesús a sus enemigos… los que querían ofenderlo y hacerle mal? Pablo dice que debemos seguir ese ejemplo perfecto.

¿Quiere decir esto que debo hacerme el desatendido cuando un hermano peca contra mí? ¿No hay que tratar con él? La Biblia sí nos da instrucciones de cómo tratar el pecado en la iglesia. Pero nuestra actitud para con su persona nunca debe cambiar.

¿Por qué nos ofendemos y nos molestamos tantas veces por cositas que no tienen mucha importancia? Éstas después llegan a ser grandes y nos separan el uno del otro si las permitimos. Soportarnos y perdonarnos, nos dice la Biblia. Es nuestro deber para poder así mantener relaciones buenas. Es la única manera de mantener buenas relaciones. Notamos que la Biblia pone el peso de responsabilidad en mí mismo. Soy yo el que decido si lo que el otro dijo o hizo me ofende o no. La responsabilidad es mía.

Veamos ahora las virtudes espirituales que nos ayudan a relacionarnos unos con otros debidamente. Estas virtudes son la dínamo interna que nos capacita para soportar y perdonar según el Espíritu de Cristo. Son las cualidades espirituales que dan la excelencia moral necesaria para nuestras relaciones. Al ver esas cualidades, nos damos cuenta de lo difícil que es mantener buenas relaciones en nuestras propias fuerzas. Además, nos damos cuenta de lo que necesitamos para poder llevarlas a cabo.

Toda humildad

El orgullo nos separa y nos aleja de nuestros hermanos. El orgullo busca lo mejor para sí mismo y todo para sí mimo sin tomar en cuenta al otro. El orgullo difícilmente nos permite relacionarnos debidamente con otros. El orgullo no “soporta” al otro. El orgullo no “perdona” al otro. Nótese que dice “con toda humildad”. Tan sólo un rasgo de orgullo es perjuicios para una buena relación. Sin la humildad, no podemos esperar buenas relaciones con otros.

Mansedumbre

La mansedumbre es un espíritu apacible y quieto. Es aceptar los tratos de Dios con nosotros como buenos, sin discutirlos ni resistirlos. El apóstol nos recuerda que debemos tener un espíritu manso para poder relacionarnos bien con los demás.

Paciencia

Sin la paciencia tampoco vamos a mantener buenas relaciones con los demás. La verdad es que exige paciencia convivir con otros. Nos van a fallar; van a hacer cosas que nos ofenden si lo permitimos; van a decir cosas que nos hieren o que no nos parecen. Exige mucha paciencia para soportar y perdonar a nuestro hermano.

Amor

El amor es otro ingrediente indispensable para relacionarnos con otros. Jesús nos enseña que debemos tratar a otros como deseáramos que nos traten a nosotros (Lucas 6:31). Si no tenemos como fundamento el amor, será imposible lograr todo lo demás. Según el capítulo 13 de 1 Corintios, podemos saber mucho y aun hacer cosas buenas, pero si no tenemos la base del amor divino, nada estamos haciendo. Sin el amor, olvídese de poder mantener buenas relaciones.

Solícitos en guardar la unidad del Espíritu

Relacionarnos con otros también exige un peso por mantener la unidad de que habló Jesús en su oración en Juan 17. La importancia de la unidad se subraya en los versículos cuatro a seis. Si perdemos este peso, no nos importará si las relaciones se deterioran y se rompen. El orgullo nos dice que no tenemos que humillarnos delante de nuestro hermano. Nos impacientamos con él y nuestra relación se rompe… al menos se mantiene tensa.

El apóstol Pablo nos amonesta de la importancia de ser vestidos del vínculo de amor. Estos dos ingredientes, el amor y la unidad, son indispensables. El último sin el primero es apenas un frágil intento de convivir. El primero sin el último es un amor falso y egoísta. Sin la base del amor verdadero, no podemos esperar mantener una relación de unidad. El ruego de Pablo es que nos afanemos por vincular nuestra relación unos con otros con el amor. Andemos dignos de la vocación con la cual hemos sido llamados.

Entrañable misericordia

Nos dice que debemos vestirnos de “entrañable misericordia”, misericordia del interior del corazón; misericordia de lo profundo de nuestro ser. Las entrañas se reconocen como la fuente de las pasiones más profundas como el enojo o el amor. Es el lugar de donde fluyen todas las emociones de compasión y benevolencia. La misericordia es un espíritu de comprensión y compasión; es sufrir con los que sufren y llorar con los que lloran. Es la capacidad de sentir con los sentimientos del otro… compadecerse con él. Es una actitud de sentir en mi interior, amor por el otro, sentir la miseria de él. No es algo superficial, sino nace de lo profundo del corazón.

Benignidad

En Efesios 4:32 nos habla de la importancia de practicar la benignidad unos con otros. “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Dios nos llama a tratar a los demás con amor y comprensión. Ser benigno es mostrar misericordia y perdón, permitiendo que nos fallen. Es una disposición de bondad en nuestros hechos para con los demás.

La benignidad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia, y el amor, todos son necesarios para poder en verdad soportar a nuestro hermano. Todas estas virtudes exigen esfuerzo, exigen interesarnos más por los demás que por nosotros mismos, y exigen abnegación de nuestro propio ego. Y ¿no es cierto que allí enfrentamos el mayor problema? El ego, mi preocupación por mí mismo es lo que impide las buenas relaciones con otros. Por eso tenemos que ser vestidos… cubiertos del todo con estas virtudes para poder responder de la forma correcta.

La paz de Dios

Me parece muy importante la manera en que el apóstol Pablo termina el discurso sobre este tema. Nos habla de la importancia de que la paz de Dios nos gobierne, que la Palabra de Dios more en nosotros en abundancia, y que todo lo que hacemos en verdad tenga la bendición de Dios… la dirección y aprobación de él. ¿Trae la tensión en las relaciones paz al corazón? ¿Trae el resentimiento la paz? ¡De ninguna manera! Al contrario. Si lo que hacemos no nos trae la paz de Dios en el corazón, nuestra conciencia nos pone en alerta que algo no está bien. Es como el árbitro en un partido de futbol que suena el pito y llama la atención al que no juega según las reglas.

La Palabra de Dios

No podemos descuidar la lectura y el estudio de la Palabra de Dios. Nos da la claridad de discernimiento de lo que es la verdad. Pablo nos advierte de no hacer nada, absolutamente nada que no es dirigido y aprobado por la voluntad de Dios. No hay lugar más seguro que ése. Debemos andar dignos de nuestra vocación.

¿Por qué nos cuesta tanto soportar a los demás?

Nuestra capacidad de llevarnos con otros se va a poner a prueba. A la vez, el cristiano fiel y lleno del Espíritu Santo tiene las herramientas que necesita para tener relaciones sanas. Es algo que una organización que no sea cristiana nunca puede lograr de lleno. El creyente, en cambio, tiene con qué mantener buenas relaciones con sus semejantes. Tiene también un deber, un mandato de mantener buenas relaciones con todos, aun con sus vecinos mundanos.

Si hay alguien en nuestra vida que no podemos soportar, es indicación de que algo falta… que en algo no estamos bien. No estamos aprovechando la provisión de Dios. No estamos cumpliendo su voluntad. Aceptémoslo. ¡Así es! Busquemos lo que nos hace falta. Pongámonos de rodillas en arrepentimiento y busquemos el perdón de Dios para así cumplir con su voluntad en cuanto a nuestra relación con los demás.

¿Alguna vez ha considerado lo que otros tienen que soportar para vivir con usted? “Ah, pero yo no soy tan difícil de soportar como otros”, decimos. Un momento… ¿qué nos indica ese mismo pensamiento? ¿Qué nos falta si tenemos ese concepto? La humildad, ¿verdad? Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. ¿Recuerda lo que vimos anteriormente en cuanto al orgullo en nuestras relaciones? El problema es que no somos capaces de evaluar bien como caemos a los demás. Es probable que yo mismo esté haciendo la vida difícil para otro. Sería bueno preguntarles a nuestros hermanos para darnos cuenta.

¿Me dice usted, pues, que tengo que soportar y perdonar a mi hermano que es tan difícil y terco? La Biblia no nos da otra opción. Dios ha dejado bien claro lo que él espera de nosotros. Podemos soportar a nuestro hermano, y debemos hacerlo con la ayuda del Espíritu Santo en nuestra vida. ¡Cuántos problemas se arreglarían si siguiéramos lo que Dios nos ha dejado en su Palabra!

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