¿Debemos guardar los DOS pactos?

Cuando se hace un testamento, se confirma cuando muere él que lo hizo. Si el testador hace un nuevo testamento, y luego muere, es el último testamento que tiene fuerza, y el primer no tiene fuerza ninguna. Por eso la Antigua Ley, o sea el primer testamento, ya no es la ley en los ojos de Dios.

El nuevo pacto se llama el Nuevo Testamento. Esto se compara con la última voluntad y testamento de uno que muere. “Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador” (Hebreos 9:16). El versículo 17 dice, “Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive.” Por lo tanto la ley de Moisés (el primer pacto) era ley solamente hasta la muerte de Cristo. Por eso Cristo mismo guardó la ley toda Su vida aquí en la tierra.

Cuando se hace un testamento, que sea propiamente autorizado, se confirma cuando muere el testador, o sea, él que lo hizo. Si el testador hace un nuevo testamento, y luego muere, es el último testamento que tiene fuerza, y el primer no tiene fuerza legal ninguna. Por lo tanto, cuando Dios en Cristo trajo un Nuevo Testamento y lo selló con Su propia sangre, se introdujo una Nueva Ley (o sea testamento). Por eso la Antigua Ley, o sea el primer testamento, entonces ya no es la ley en los ojos de Dios, aunque el primer testamento era “santo, justo y bueno” (Romanos 7:12). Si uno trata de guardar los dos, es que no reconoce que ya pasó la Ley Antigua y a la vez tampoco reconoce la fuerza legal del Nuevo Testamento.

En el libro de Romanos la manera de expresarse es aun más claro. Allí vemos una comparación. Si uno trataría de guardar los dos pactos a la vez, sería semejante a una mujer que tiene dos maridos vivos. Dios declara que una mujer así es adúltera aunque fuera casada con el segundo marido. Pero si muriera el primer marido ella queda libre para casarse con otro marido (Romanos 7:3). Asimismo, el tratar de cumplir con los dos pactos sería adulterio en el sentido espiritual. Pero luego dice Romanos 7:4, “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos.”

Algunos dirían que este versículo habla de la muerte a la “ley ceremonial” y que no se debe morir a la “ley moral”. Las Escrituras no hacen esta división. Es que los conceptos morales del Nuevo Testamento sobresalgan los conceptos morales de la Ley Antigua. De igual modo, son inválidas las ceremonias antiguas. Tenemos que morir a la ley (Romanos 7:1–4). Pero ¿a qué ley debemos morir? ¿Solamente a la ley ceremonial? Abra su Biblia y estudie bien lo que dice. Note que el versículo 7 identifica esta ley con los Diez Mandamientos: “Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás” (Romanos 7:7).

Sacamos más ayuda de 2 Corintios 3. Allí dice que pereció la gloria del Antiguo Pacto; el ministerio de muerte. ¿A qué parte de la Ley refiere? ¿No es aquella que fue “grabada con letras en piedras” (versículo 7)? Otra vez, sin duda, refiere directamente a los Diez Mandamientos indicando y afirmando claramente que la Antigua Ley entera, la cual fue dada a Moisés en el Sinaí (Gálatas 4:19–31), está inválida, y ahora el Nuevo Testamento está en fuerza.

Más importante aún es el hecho de que parte de la Nueva Voluntad de Dios es la regeneración. Sin la regeneración el Pacto Antiguo no fue guardado (aunque estuvo en un nivel o plano espiritual más bajo). Era un yugo que la gente de ese tiempo no podía llevar (Hechos 15:10). Pero, la sangre de Cristo limpia la conciencia, la cual la Ley Antigua no podía hacer (Hebreos 9:13, 14). Nuestro punto de vista entera está cambiada, la mente está renovada (Tito 3:5), porque somos transformados por el Espíritu de Cristo. En este sentido, la Nueva Ley está “escrita en [nuestros] corazones,” y recibimos poder para guardar el pacto eterno para la gloria de Jesucristo nuestro Salvador.

Pero existe una lástima. Es que han pasado casi dos mil años desde que murió Jesucristo, y todavía hoy en día muchos de los que profesan ser cristianos (incluyendo los fundamentalistas) no dan cuenta que el hijo de Dios está completo y perfecto por guardar la ley de Cristo sin guardar ninguna parte de la Ley Antigua. La Ley Antigua ya ha perecido (2 Corintios 3). Este mal entendimiento sobre la relación entre los dos pactos trae una contradicción que debilita el poder y testimonio del nuevo pacto. En una crisis, el hombre carnal y mundano lee versículos del Antiguo Testamento para justificar la guerra carnal, el divorcio y segundas nupcias, el adorno y vestidura mundana, y la conformidad al mundo en general. Que tengamos un cuerpo de creyentes del Nuevo Testamento. Esto es la Iglesia Verdadera.

—Ricardo

Nota: Aunque debemos guardar sólo el Nuevo Testamento no olvidemos que el Antiguo Testamento es útil para enseñarnos y amonestarnos. Vea Romanos 15:4, 1 Corintios 10:11 y 2 Timoteo 3:16.

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El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

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