¿Será que uno de los errores más grandes que cometemos es creer que nosotros somos la razón de los grandes hechos de Dios? Lo que Dios ha hecho por nosotros, y su obra en nosotros, todo es para magnificar el nombre de Dios. Que el nombre de Dios sea santificado y honrado en nuestra existencia.
En el Salmo 79:9, David le pide perdón a Dios por su pecado. No lo hizo para reclamar el gran amor de Dios para él. Pidió que Dios lo perdonara por amor de su mismo nombre. En la Biblia, aparecen muchos casos en que Dios, cuando hizo algo, lo hizo por amor de su nombre. Por ejemplo, el Salmo 106:8 dice que Dios salvó a los israelitas por amor de su nombre, y para hacer notorio su poder. ¿Qué quiso decir el salmista cuando dijo: “por amor de su nombre”?
El comentarista bíblico Juan Gill escribió: “El ‘nombre’ de Dios es Dios mismo, su perfección, sus atributos”. Cuando Dios les entregó los diez mandamientos a los israelitas, les dijo que no hicieran imágenes: “No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso”. Dios estableció desde el principio su soberanía y grandeza. Además, dejó claro que es celoso de su nombre. Honrar el nombre de Dios es honrar a Dios mismo.
¿Será que uno de los errores más grandes que cometemos como cristianos es creer que nosotros somos la razón de los grandes hechos de Dios? ¿Somos nosotros el enfoque principal que lleva a Dios a hacer lo que hace? Por supuesto, su amor por nosotros es muy grande. Tan grande es su amor que envió a su Hijo para que seamos salvos por él (Juan 3:16). Además, lo hizo siendo nosotros aún pecadores (Romanos 5:8) y enemigos de él (Romanos 5:10). Sin embargo, la Biblia dice que el enfoque principal de Dios por darnos la salvación fue para “alabanza de su gloria” como leemos en Efesios capítulo uno. El propósito que Dios tiene para nosotros ahora es que nuestra vida muestre la grandeza y la gloria de Dios. Lo que Dios ha hecho por nosotros, y su obra en nosotros, todo es para magnificar el nombre de Dios. En el Salmo 69, el salmista dice que a Dios le agrada más el que alaba y exalta su nombre que el que ofrece un becerro en sacrificio. La palabra traducida “exaltaré” en el versículo 30 significa “magnificaré”; es decir, “haré más grande”. ¿Cómo podemos hacer el nombre de Dios más grande? Dios es supremo en todo. ¿Cómo podemos hacerlo más grande? Sencilla mente por medio de publicar su grandeza, y reconocerlo por medio de nuestro agradecimiento a él. En fin, todo se trata de Dios. Lo que Dios es y lo que él hace es por amor de su nombre. “¿Quién como tú, Oh Jehová?”
Cuando oímos de alguien que se dice ser cristiano que ha cometido alguna atrocidad contra otro, nos ponemos a condenar al perpetrador y sentimos un gran desprecio por sus actos. Lamentamos el hecho y sentimos compasión de las víctimas y sus familiares. Sentimos un verdadero afán por ayudar a los perjudicados en lo que se pueda. Todo esto es natural, y es bueno hasta cierto punto. Pero recordemos que hay aspectos de la historia que fácilmente pasamos por alto.
Detrás de todo lo que está a la vista, hay algo más significativo, más importante que las personas perjudicadas. Cuando un supuesto cristiano comete un pecado de tal índole, ¿qué sucede con el nombre de Dios? Los cristianos somos llamados a representar a Dios aquí en la tierra. En ese caso, el nombre de Dios es blasfemado; es denigrado, y el mundo señala al culpable como “ese que se dice ser cristiano”. El mundo se escandaliza y pregunta: “¿Así son los cristianos? ¿Quién querrá ser parte de una iglesia donde se practican semejantes cosas?” Lo que quiero decir es que se comete un mal mucho peor que el daño causado a las personas. El nombre de Dios; es decir, el concepto que la gente tiene de Dios, sufre gran perjuicio. Como cristianos, esa debe ser nuestra mayor preocupación. Y nuestra oración debe ser que Dios restaure la dignidad y el honor de su nombre. Dios es celoso por su nombre y él quiere que su nombre sea exaltado. “Santificado sea tu nombre” dijo Jesús. Que el nombre de Dios sea santificado y honrado en nuestra vida.