El valor del humano

¿Quiénes somos, desde el punto de vista de Dios? ¿Para que hizo los seres humanos? Dios nos creó y nos redimió, no primeramente por el gran valor que tenemos. El propósito principal y el enfoque primordial es la alabanza de nuestro gran Dios.

A nosotros, los seres humanos, nos cuesta vernos como Dios nos ve. Nuestro ego exige mucha atención. Por naturaleza buscamos ser reconocidos y atendidos por los demás. Creemos que merecemos favores. Creemos que otros nos deben atención y un trato justo. Sí, así es el ser humano. Sin embargo, cuando entregamos nuestra vida a Dios, el “yo” (mi orgullo) debe morir. Ya no debemos mostrar estos rasgos de la vida vieja. Ahora, ¿de verdad es ese el caso en nuestra vida?

Hace poco estuve meditando sobre un pasaje en Ezequiel 36. Me impactó el versículo 22 donde dice: “Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre….” Me quedé pensando, y me hice la pregunta: ¿Qué está diciendo Dios? ¿No fue Jesús que dijo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”? ¿No es por amor a nosotros que Dios nos redimió a nosotros?

En el libro de Ezequiel, capítulo 36, Dios expresa varias veces que su propósito de restaurar a Israel es que el mundo conozca que “yo soy Jehová”. Dios es el Creador, el que ideó el plan de crear al hombre. ¿Por qué lo hizo? Efesios 1:6 dice que recibimos las bendiciones espirituales “para alabanza de la gloria de su gracia”. Después, en el versículo 12 vemos que recibimos su herencia “a fin de que seamos para alabanza de su gloria”. Somos creados y redimidos para que Dios reciba la gloria, ¿verdad? ¿Dónde, pues, queda lugar para el orgullo, o la idea de que somos importantes, que Dios recibió una “ganga” cuando nos entregamos a él? ¿Quiénes somos, desde el punto de vista de Dios?

Nuestra mente es muy limitada para comprender las maravillas de Dios, pero es importante que lleguemos a comprender que el objetivo final de nuestra existencia aquí en la tierra no es nuestra propia satisfacción y bienestar. Dios nos creó y nos redimió, no primeramente por el gran valor que tenemos. El propósito principal y el enfoque primordial es la alabanza de nuestro gran Dios. Él es Dios celoso, y lo que hace, lo hace por causa de su santo nombre. Aun, nos amó de tal manera “que ha dado a su Hijo unigénito” por causa de su santo nombre, y para que todo el mundo sepa que Jehová es Dios. Un punto de vista correcto de Dios, y un concepto correcto de nosotros mismos, cambian radicalmente la manera en que actuamos y pensamos de nosotros mismos. Necesitamos ajustarnos a pensar según la mente de Dios. Es hora de blindarnos contra las presiones de este mundo que nos mandan a exigir derechos. De no ser por Dios, no seríamos nadie. No tenemos derechos en nosotros mismos. “Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2:10). Somos de él. Mi vida es para su gloria. Lo que él hace es para que su nombre sea manifestado y glorificado, y que el mundo sepa que él es Jehová. Amigo y hermano, ¡él es Dios!

Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11).

Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último” (Apocalipsis 22:13).

Detalles
Idioma
Español
Autor
Duane Nisly
Editorial
Publicadora La Merced
Temas

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