La táctica funcionó a la perfección. Los pasajeros subieron al avión deseosos de llegar a su destino. Algunos esperaban ver a sus seres queridos. Otros asistirían a alguna reunión importante, y otros quizá iban de paseo. Pero entre estos pasajeros, varios abordaron con un motivo siniestro. Parecían pasajeros comunes, como cualquier otro, pero en su mente tenían un propósito ya definido: matar al piloto y secuestrar la aeronave para luego estrellarse contra las Torres Gemelas, causando innumerables muertes y destrucción.
Aquel fatídico día, la táctica de la infiltración funcionó para lograr los propósitos planeados. En su carta Judas nos advierte que Satanás usa esa misma táctica contra la iglesia. Él maquina ataques contra la iglesia para hurtar, matar, y destruir. Judas nos amonesta que seamos celosos y nos guardemos de una infiltración en el cuerpo de Cristo que causaría la pérdida eterna de muchas vidas. Como integrantes del cuerpo de Cristo, debemos estar alerta. Debemos contender… luchar por la fe una vez dada a los santos. Esta fe es inmutable, no se puede alterar, no se le puede quitar ni añadir.
¿Cómo podemos evitar una infiltración en nuestra amada iglesia? Jesús dijo que por sus frutos se conoce al árbol. También Judas expone en su carta las características de estos hombres y lo que los motiva. Hacemos bien en estudiarlas para evitar una infiltración tanto en nuestra propia vida como en la hermandad. Veamos.
El apóstol Judas, en su intento por desenmascarar a estos hombres, nos dice que han entrado encubiertamente (v. 4). Esto quiere decir entrar solapadamente, con cautela, encubriendo o disimulando algo. El diccionario Vine dice: “entrar por el lado, insinuarse paso a paso, con disimulo”. Puede que sean hombres con talentos sobresalientes, lo cual les facilita la entrada. Siguiendo este mismo pensamiento, en el versículo 12 Judas dice de ellos: “Estos son manchas en vuestros ágapes”. La palabra griega que usó Judas no fue spoloi que quiere decir “manchas”, sino spiládes que significa “escollos ocultos” Así el versículo daría a entender: “Estos hombres que han entrado encubiertamente son como escollos o rocas ocultas contra los cuales el cristiano puede dar y naufragar”. El cuadro que Judas dibuja en nuestra mente es el de un barco que navega en alta mar con deseos de llegar a puerto seguro. Las aguas se ven navegables y seguras, pero existen “rocas ocultas” que a simple vista no se ven. Hay que escudriñar, agudizar muy bien la vista para poder verlas. Estas rocas pueden hacer que 6 el barco naufrague, lo que causaría la pérdida de muchas vidas. Judas advierte que en la iglesia pueden existir esas “rocas ocultas”, y tienen la posibilidad de causar daños y pérdidas eternos.
Judas también aclara que estos hombres aún participan en los ágapes. Los ágapes eran las “fiestas de amor”, o los banquetes fraternales que los primeros cristianos celebraban para gozar de la comunión. (Véase 1 Corintios 11:17-34 para ver la enseñanza del apóstol Pablo en cuanto a estas reuniones.) Se reunían para compartir unos con otros y en ocasiones participar juntos de los símbolos de la Cena que Jesús instituyó. Eran reuniones de mucho ánimo y de verdadera comunión. Pero existía un grave peligro: el enemigo también comía y bebía con ellos. “¡Pongan atención!”, dice Judas. Deben poder identificar a esas personas. De lo contrario, existe el peligro de que muchas almas naufraguen en cuanto a la fe.
Judas continúa desenmascarando a estos hombres al decir tajantemente que son impíos (v. 4), lo que quiere decir irreverentes, malvados. Su maldad queda reflejada en dos rasgos: Primero, “convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios”. Toman la libertad del don de Cristo como cobertura para sus maldades, enseñando que el creyente puede pecar porque la gracia de Dios es abundante. Segundo, niegan a Dios el único soberano y a nuestro Señor Jesucristo. Así rechazan el lugar que le pertenece a Dios como soberano y Señor, con toda autoridad de mandar e imponer sus mandamientos.
Judas nos dice que existe una semejanza notoria entre los tres ejemplos que cita en los vv. 5-7 y estos falsos maestros. Nos dice que de la misma manera, éstos son soñadores (v. 8). Con esto da a entender que eran tan incrédulos y desobedientes como los israelitas en el desierto. Eran tan rebeldes contra la autoridad de Dios como los ángeles caídos y tan inmundos como los sodomitas. Es probable que estos hombres expresaran sus sueños como revelaciones de Dios para que les obedecieran. La frase “mancillan la carne” da a entender claramente que corrompen la carne con sus acciones inmorales. También “rechazan la autoridad”. Como ya había mencionado Judas anteriormente, estos hombres rechazaban la soberanía de Dios, haciendo oídos sordos a sus mandamientos. Por consiguiente, no toman en cuenta la autoridad, ni aceptan restricciones, pues quieren vivir a su antojo. Con esta actitud desprecian la autoridad suprema y blasfeman contra ella.
En el versículo 9, Judas usa el ejemplo del arcángel Miguel cuando éste luchaba contra el diablo por el cuerpo de Moisés. En este ejemplo vemos que Miguel no se atrevió a proferir maldición contra el diablo, sino que se limitó a decirle: “El Señor te reprenda”. Pero estos soñadores, continúa describiendo Judas en el versículo 10, “blasfeman de cuantas cosas no conocen”; ultrajan y vituperan cosas que ni comprenden ni conocen. No conocen las realidades espirituales, pues son carnales. Y de las cosas que conocen de este mundo material, se corrompen cómo brutos animales. Son esclavos de sus instintos naturales de manera que siguen su corrupta naturaleza.
Ahora Judas pasa a notar tres ejemplos de personajes del AT para destacar ciertas características (v. 11). Los tres ejemplos los hemos estudiado en ejemplares anteriories de la Antorcha. Estos hombres han seguido el camino de Caín, pues van tras sus pasos. Se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y persiguen el ejemplo de Coré. ¡Ay de ellos!
Notemos las metáforas que usa Judas donde resalta el vacío en la vida de estos hombres como también el sobre interés en sus propios gustos (v. 12). Estos “escollos ocultos” dice Judas, “se apacientan a sí mismos”, no a la hermandad. Su vida es tan vacía como lo son las “nubes sin agua”. Se espera de las nubes aguas refrescantes, pero las vacías nos desilusionan. Estos hombres prometen, pero no cumplen. Como las nubes son desviadas de acá para allá, así éstos van de una idea a otra. No pueden dar lo que no tienen. Son cómo “árboles otoñales” de los cuáles se espera fruto. Pero éstos están sin fruto porque están dos veces muertos. Muertos por su incredulidad y por la falta de las buenas obras que son la marca del hombre lleno del Espíritu Santo. Por lo tanto, no hay vida espiritual en ellos, y lo que producen son frutos falsos, no duraderos. Son comparados a “fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza”. Su conducta pecaminosa la exhiben desvergonzadamente como las fuertes olas del mar que arrojan las impurezas y las suciedades a la costa. Compare esto con Isaías 57:20. Son “estrellas errantes”. Deben guardar su posición y cumplir así su lugar como lumbreras, pero no pueden sujetarse, de manera que se convierten en luces inciertas.
Judas continúa diciendo que estos falsos maestros son “murmuradores”, o rezongones. El diccionario dice que rezongón es una persona que emite sonidos no articulados o palabras murmuradas entre dientes en señal de enfado o desagrado. Son “querellosos”, descontentos con todo. Nunca se les queda bien. Son quejosos. Vuelve a repetir que “andan según sus propios deseos”, según sus concupiscencias. Así que viven guiados por sus malos deseos, buscando la oportunidad para saciarlos. Hablan cosas infladas, mostrando así su arrogancia, su orgullo. Adulan a las personas, les hablan a ciertas personas con admiración, pero fingiendo. No son sinceros y no hablan la verdad, sino que adulan para aprovecharse de las personas. Quizás lo hacen para que sus ofrendas sigan llegando o para recibir algún beneficio monetario (v. 16).
Concluye el apóstol Judas su descripción diciendo que éstos son los que causan divisiones. Los falsos maestros siempre causan divisiones; forman bandos contrarios. Son sensuales. El significado de sensual es “animal”; viven como animales irracionales, guiados meramente por sus apetitos y pasiones. Esto porque no tienen el Espíritu y, por lo tanto, no son guiados por Dios.
En conclusión, el peligro de una infiltración en la iglesia es muy real. Debemos acatar el mandato de Dios por medio del apóstol Judas. No seremos libres de pecado si sabemos que estas características están desarrollándose en nuestra vida o en la de algún hermano. Hemos visto características claras que Judas expuso en su carta para que identifiquemos a estos falsos maestros. Primero, es de suma importancia que examinemos sinceramente nuestra propia vida para determinar si existen rasgos de estas características. Si las hay, debemos urgentemente confesar a Dios nuestra culpa para que nos sea perdonado nuestro pecado. Segundo, una vez limpios por la sangre de Cristo, estaremos en la disposición correcta para ayudar a otros si vemos estas características desarrollándose en sus vidas. Que el amor por la iglesia de Cristo nos haga contender por esta fe que nos fue una vez dada, y que perseveremos fielmente hasta el fin.