¿Existe el infierno?

Si no existe el infierno, tampoco existe cielo, porque ambos tienen el mismo fundamento: la Palabra de Dios. Las amenazas de castigo eterno se encuentran en la Biblia al igual que las promesas de felicidad eterna.¡El infierno es una realidad! Prestemos atención a la Palabra de Dios.

¿Para qué fue hecho el infierno?

“Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41). “Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio” (2 Pedro 2:4).

El infierno no fue hecho para el castigo del hombre, sino para el castigo del diablo y los ángeles dirigidos por él. Ellos se rebelaron contra Dios, y ahora son demonios. Dios no quiere que ningún ser humano vaya al infierno.

¿Cómo es el infierno?

La Biblia pinta este cuadro del infierno: “El fuego consumidor” y “las llamas eternas” (Isaías 33:14); “vergüenza y confusion perpetua” (Daniel 12:2); “fuego que nunca se apagará” (Mateo 3:12); “el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 13:50); “ las tinieblas de afuera” (Mateo 25:30); “el castigo eterno” (Mateo 25:46); “donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:44); “pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tesalonicenses 1:9); “será atormentado con fuego y azufre[...]; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche” (Apocalipsis 14:10, 11); “lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre” (Apocalipsis 19:20).

El infierno es un lugar demasiado horrible, a donde no quiere llegar nadie.

¿Quiénes van al infierno?

“Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios” (Salmo 9:17). “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41). “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:15). “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:8).

Dios preparó el infierno para el diablo y sus demonios. Pero toda la gente que no se arrepienta de sus pecados, sino que se deja engañar por el diablo, irá con él al infierno también.

¿Es eterno el fuego del infierno?

“Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche” (Apocalipsis 14:11). “Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:48).

Sí, el fuego del infierno arde eternamente; y los malos a la vez sufrirán en él para siempre.

¿Castigará al hombre en el infierno el Dios de misericordia?

“Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, [...] cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tesalonicenses 1:6–9).

“El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10:28–31).

El dios en que cree mucha gente del mundo no es el Dios verdadero de la Biblia. Como un tronco muerto, este dios popular no tiene ojos para ver, ni oídos para oír, ni tampoco brazos con que castigar al impío.

El Dios de la Biblia castigó al mundo antiguo con el diluvio y mandó fuego y azufre sobre la ciudad de Sodoma. Él abrió la tierra para tragar vivos a los que rebelaron contra Moisés, e hirió al arrogante rey Herodes con gusanos, para que se lo comieran hasta que muriese. Pero el dios popular no es capaz de juzgar; ha envainado su espada y está sentado, débil y tolerante. El brazo que en tiempos pasados ejecutaba venganza en los pecadores obstinados, ahora, según el hombre moderno, está encogido y paralizado. Tal es el dios de ellos; pero no es más que una fantasía. El Dios de la Biblia no es así.

El Dios verdadero no cambia. “Yo Jehová no cambio” es la declaración de Dios mismo que da una bofetada a la traición de la religión popular, y que un día pondrá fin a toda incredulidad. El que convirtió en cenizas a la ciudad de Sodoma, que puso fin a Jericó con todos sus habitantes y entregó al ejército romano la ciudad de Jerusalén, es El que dice: “Yo Jehová no cambio.” Y lo que Él ha hecho antes, lo mismo puede hacer otra vez.

Dios es misericordioso, sí, pero a la vez es justo. Él mostró Su justicia dando la ley del Antiguo Testamento y castigando cada transgresión. Pero Dios mostró Su misericordia con mandar a Su Hijo a morir en el Calvario y así ofrecernos el perdón de pecados. Desde entonces se ha mostrado paciente no castigando a los pecadores inmediatamente, sino esperando a que todos se arrepientan para ser salvos. Pero vendrá el tiempo cuando se acabará el día de salvación, y entonces Dios juzgará a todos, castigando a los malos echándolos al infierno. El dios que sólo es misericordioso sin ser justo, es un ídolo imaginario. No es el Dios de la Biblia, ni el Dios del Calvario, ni el Dios del cielo.

Para los judíos había semejanza del infierno con el valle de Hinom; un barranco de gran profundidad fuera de la ciudad de Jerusalén. Allí el sanguinario rey Manasés quemaba a sus hijos al dios Moloc, mientras los tambores tronantes ahogaban sus gritos agonizantes. El lugar era el basurero de la ciudad, un abismo abominable de toda clase de suciedad e impureza. La basura se consumía con fogatas que ardían constantemente; humo con mal olor permanecía siempre sobre ese lugar horrible. ¡Qué cuadro más gráfico del infierno!

Existe el infierno, aunque hay personas que nos dicen que ambos, el pecador y el santo, llegarán al cielo. Dicen que el asesino y el asesinado, el engañador y el engañado, el que odia y el odiado, el asaltante y el asaltado, después de todo, estarán juntos en el cielo. Creen que todos éstos recibirán la bendición de Dios en el día de juicio. ¡Verdaderamente sería un cielo muy extraño donde los hipócritas y fornicarios, los borrachos y calumniadores y aun los blasfemos morarían con los santos en el hogar puro de Dios! Pero uno no puede quitarse el pecado como si fuera ropa para poder entrar en el cielo. El pecado es parte de su ser, y le seguirá aun cuando hayan passado el sol y la luna, a menos que se arrepienta.

Hay otros que dicen que morirán igual a un animal. Había uno que decía: “Yo moriré pecador y no existiré después. El ataúd en que se entierre mi cadáver será la sepultura de mi alma, y por tanto, castigo de cualquier clase en la eternidad será imposible.” Pero Dios dice: “Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los Muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda” (Apocalipsis 20:13, 14).

¡A la Biblia, amigos, y busquemos la verdad, sea como sea! El eterno Dios ha hablado; escuchen Su Palabra: “Los malos serán trasladados al Seol, todas las gente que se olvidan de Dios” (Salmo 9:17). Tres veces en el mismo capítulo de Marcos 9, el compasivo Salvador habla de un gusano que no muere y de un fuego que nunca se apagará.

Si todavía no crees que exista el infierno, contéstame estas preguntas: ¿Mintió el Señor Jesús cuando se refirió a dicho fuego que nunca se apaga? ¿Pintó el Hijo de Dios un cuadro falso del rico, quien alzó sus ojos después de la muerte, siendo atormentado de llamas, y rogó que se le trajese una gota de agua para mojar la punta de su lengua? ¿Pensaba Él intimidar las almas por medio de pintar cuadros falsos que no existen? “Claro que no,” dices, “Dios no puede mentir”. Pues bien, que lo dicho te saque de dudas para siempre.

Si no existe el infierno, tampoco existe cielo, porque ambos tienen el mismo fundamento: la Palabra de Dios. Si el infierno existe como una fábula, de igual manera el cielo. Las amenazas de castigo eterno se encuentran en la Biblia al igual que las promesas de felicidad eterna.

El infierno sí, existe; créelo con toda confianza. Y ya que tu alma está en peligro, no dejes lugar a dudas en este asunto. Si no hay infierno, tampoco Jesús fue el Hijo de Dios, porque el mismo libro habla de ambos.

El testimonio de uno en el infierno:

“Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos” (Lucas 16:19–31).

¡El infierno es una realidad! Prestemos atención a la Palabra de Dios, porque no habrá más testimonio en cuanto al infierno, ni mensaje de salvación por otro medio.

¿Puede el pecador ser salvo después de la muerte?

“Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).

“Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios” (Hebreos 10:26, 27).

“El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). No, no hay lugar para ser salvo después de la muerte. Sólo mientras uno vive hay oportunidad de salvarse.

El gran juicio:

“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10).

“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:11–15).

Está puesta la cita de juicio ante el trono de Dios para todo hombre y mujer, sea en vida o muerte, cuando llegue aquel día. Amigo, ¿está escrito tu nombre en el libro de la vida?

Tus pecados pueden ser perdonados al arrepentirte:

“Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:7).

“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados” (Hechos 3:19).

“El Señor [...] es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).

“Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

Te rogamos que huyas de la ira venidera. Arrepiéntete de tus pecados; recibe a Cristo como tu Salvador, y así te asegurarás de que no vayas a aquel lugar terrible “preparado para el diablo y sus ángeles”. “El camino de la vida es hacia arriba al entendido, para apartarse del Seol abajo” (Proverbios 15:24).

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El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

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Rod and Staff Publishers Inc.
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